«Ganó ella» escribió Eva Giberti sobre Lucía Vassallo, cuando comentó la entrevista que Espectadores le hizo a la directora de Línea 137 a mediados del mes pasado. «Luchó contra todas las adversidades que le pusieron la instituciones oficiales» aseguró el alma mater de Las Víctimas contra las Violencias, programa estatal que inspiró la realización del documental cuyo título recuerda el número telefónico del call center asociado a este servicio público único en el mundo globalizado.
La realizadora sorteó otros obstáculos además de aquéllos que académicos, periodistas, documentalistas suelen enfrentar cada vez que se proponen dar cuenta del accionar del Estado en algún ámbito preciso. En las instancias de preproducción, rodaje y edición, Vassallo lidió con un INCAA impuntual a la hora de pagar los subsidios acordados y, cuando llegó el momento de la exhibición nacional, debió adaptarse a los cambios impuestos por el coronavirus y la consecuente cuarentena: en lugar de pre-estrenar en la competencia de Derechos Humanos del 22º BAFICI, se acogió al Programa de estrenos durante la emergencia sanitaria que el renovado Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales implementó a fines de marzo.
Por si cupiera alguna duda sobre la determinación de la también autora de La cárcel del fin del mundo, vale señalar los tres años y medio transcurridos entre la presentación del proyecto cinematográfico ante el INCAA, en octubre de 2016, y el estreno atípico anunciado para el jueves próximo*. Es preciso resaltar su voluntad y templanza porque parecen condiciones necesarias, cuando no imprescindibles, para retratar a los psicólogos y trabajadores sociales que integran los equipos de Las Víctimas contra las Violencias.
En este artículo que redactó para Página/12, la misma Giberti recordó «cómo empezó la lucha contra la violencia sexual y familiar en el nivel oficial, del Estado y del gobierno». La nota ofrece anécdotas y datos que Línea 137 pasa por alto porque el propósito de su directora –y de la guionista Marta Dillon– es otro: registrar la rutina laboral de los trabajadores del programa.
El largometraje gira en torno a tres agentes –dos mujeres y un varón– de la sede que funciona en la Ciudad de Buenos Aires, y a una agente de la sede que opera en Resistencia, Chaco. El protagonismo acordado a estos empleados estatales se extiende a los casos atendidos en guardias de doce horas seguidas.
Servidores públicos y víctimas conforman una díada por donde asoma la violencia o, como bien indica el nombre del programa instaurado hace catorce años, las violencias en plural: de índole sexual, física, verbal, económica. Aquí asistimos a pedidos de socorro por parte de (ex) novias o esposas, de una madre octogenaria contra su hijo cincuentón, de una púber contra su abuelo materno, de una adolescente contra su padre.
Vassallo exploró distintos niveles de visibilidad. Total para los trabajadores filmados en reuniones de trabajo, en el call center, en traslados oficiales, en las inmediaciones de Tribunales, en un hospital, en el hogar donde ocurrió el ataque reportado. Metonímico para las víctimas: la cámara nunca enfoca sus rostros; en cambio se concentra en manos, bocas, espaldas. Indirecto para los abusos denunciados, que provocan tensión en los rostros de los profesionales y crispación en labios, dedos, hombros de las agredidas.
Mientras sorteaba adversidades, la documentalista supo evitar dos grandes peligros narrativos: el pantano de la promoción institucional y la pendiente del morbo. Desde la perspectiva de los trabajadores, señaló las limitaciones presupuestarias y logísticas de un programa maltratado, en especial por el gobierno macrista. A partir de una aproximación respetuosa, protegió a las mujeres asistidas de la habitual revictimización mediática.
Por otra parte, la realizadora prescindió del testimonio de especialistas. Su largometraje privilegia la praxis en detrimento de la teoría.
Línea 137 se estrena justo cuando la prensa informa sobre la proliferación de agresiones intrafamiliares por el encierro obligatorio. Cuesta poco imaginar el estrés de los protagonistas del film en este contexto agravado; he aquí otra virtud de una obra consecuente con la lucha que nuestro Estado y (parte de) nuestra sociedad inició hace década y media contra la prepotencia patriarcal.
El compromiso político se vuelve explícito al final de la película de 82 minutos. Se trata de un cierre lógico para los espectadores que tenemos presentes el tesón todo terreno –e imbatible– de Vassallo y la sólida trayectoria de Dillon como periodista e impulsora del movimiento Ni Una Menos.
——————————————–
* Línea 137 se emitirá el jueves 16 y el sábado 18 de abril a las 20 por CINE.AR TV. También estará disponible en CINE.AR Play: gratis entre el viernes 17 y el viernes 24 del mismo mes, y para alquilar a partir de jueves 30. Al término de la emisión televisiva programada para el sábado 18, Vassallo y Dillon conversarán con público vía Instagram.