Lucía Vasallo pone en evidencia con un valiente documental de observación, pero también de acción, los mecanismos patriarcales de violencia y cómo un grupo de personas asisten y acompañan a las víctimas que se contactan al número que da nombre a la película y que inexplicablemente está en sólo algunas provincias del país.
La cámara nos mete de lleno en ese universo, en las tensas situaciones que se dan para poder asistir a las víctimas, pero también, puertas adentro, en las reuniones, en las exposiciones, en cada acto que el grupo punto de partida para visibilizar su labor. Sin caer en subrayados y con un inteligente montaje que dinamiza la narración, esta propuesta trasciende la pantalla y se muestra como una oportunidad concreta de evidenciar aquello que otros intentan ocultar y que luego forma parte de una siniestra y sangrienta estadística. Sólo el año pasado hubo 237 femicidios y ese número no deja de crecer.