Fuera de campo.
Cuatro amigos se reúnen para ver la final del Mundial de fútbol Brasil 2014, disputada por Alemania y Argentina. Más que un encuentro es un reencuentro, ya que por circunstancias que se irán conociendo poco a poco, los cuatro amigos no se habían visto por un buen tiempo. El partido que deja a una ciudad desierta es el marco en el cual los cuatro personajes comenzarán a charlar y enfrentarse con cuentas pendientes propias y ajenas. La duración del partido, entretiempo incluido es lo que dura la historia. A medida que pasan los minutos y mientras fuera de cuadro ocurren los momentos más importantes de la final, surgen conflictos cada vez más fuertes, dejando atrás la charla relajada del comienzo. Los guionistas y directores Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich hicieron esta película donde todas las acciones principales ocurren en un solo escenario y donde la tensión no decae en ningún momento. Lejos de la perezosa lectura de teatralidad que suelen atribuirle a estos films los espectadores y críticos, Línea de cuatro aprovecha al máximo las posibilidades cinematográficas. El guión podría transformarse eventualmente en una obra de teatro, pero la película no. El trabajo de cámara y el montaje muestran habilidad para contar con cine, para que las expresiones se vean a través del lenguaje del cine. No hay primeros planos en el teatro ni la fragmentación de que da el montaje cinematográfico, esto es cine. El fuera de campo es clave no solo por el partido, sino también por los llamados telefónicos que reciben y hacen y un quinto amigo que no está pero su presencia es en definitiva lo que hace que toda la tensión estalle. Línea de cuatro no se desvía de su objetivo ni contradice su planteo, no traiciona tampoco el lenguaje del cine y finalmente consigue que nos interese lo que le ocurre a sus personajes y las consecuencias de cada una de las palabras que dicen.