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Producida y escrita por Sylvester Stallone, la última película de Jason Statham retoma los orígenes del género de acción y sus conservadores principios. Se trata de una historia que refuerza desde el argumento las buenas costumbres americanas, cuyos valores son defendidos a puro golpe de patada.
Línea de fuego (Homefront, 2014) narra la historia de Phill Broker (Jason Statham), un policía encubierto que atrapa al capo mafia perseguido, en una redada donde muere el hijo del delincuente. El tipo va preso pero jura venganza y Broker se retira a un inhóspito pueblito del sur de EE.UU. con su pequeña hija de diez años, para comenzar de nuevo.
Un buen día la niña tiene un altercado con un compañerito de clase, que enfrenta a Broker a los padres del chico, adictos a las anfetaminas. El conflicto los acerca al traficante del lugar Gator (James Franco), y a su adicta novia Sheryl (Winona Ryder). La doble venganza tendrá como blanco al actor de El transportador (The Transporter, 2002), que no tendrá más remedio que enfrentarlos a todos y cada uno de los mal vivientes.
Para hablar de la última película de una estrella de acción, conviene decir en qué se destaca esta historia del resto de su filmografía. Y Línea de fuego tiene una trama, construye bien los vínculos y se toma el tiempo necesario para generar el clima ascendente de la venganza final. Hay actuaciones consistentes y valores básicos (casi primitivos) a enaltecer. ¿Cuáles? La idea de familia por sobre todo: defender a los tuyos y a tu hogar (la propiedad privada), siempre dando el ejemplo y no transando con el enemigo jamás.
Sylvester Stallone es un viejo sabio para este tipo de relatos, y sabe cómo darle intensidad y dejar siempre bien parado a su noble protagonista. Jason Statham deja un poco de lado sus coreográficas peleas para hacer foco en los principios inquebrantables del héroe de acción que supo construir a lo largo de su carrera. Esta vez, su cara de tipo recio está justificada.