Una remake, por demás innecesaria, partiendo de la premisa que la original no era un dechado de virtudes, salvo muy buenos actores y un director que todavía sabia contar historias, pero nada más.
Atravesando un tema ya demasiado transitado por el cine y la literatura: el superar la muerte, o más específicamente el retorno a la vida después de vivir la experiencia de morir, valga la contradicción.
Filme que se instala, o eso deseaba, entre dos variables principales en tanto género cinematográfico, la ciencia ficción, y la ciencia que parece ser un juego de niños más que una ficción. Esto dicho desde el lugar que si hay algo que sucede es que nada de lo que “sucede” es creíble, ni hablemos de lo inverosímil.
¿De qué va la historia? Cinco estudiantes de medicina con la esperanza de esclarecer el enigma de la muerte, de lo que nos espera después de la vida, realizan lo que será un peligroso experimento. La idea es detener su corazón pocos minutos. Cada uno de ellos sufre una experiencia próxima a la muerte clínica. A medida que avanzan en la investigación les surgirán en estado de vigilia, alucinaciones visuales y sonoras que les remite a su propio pasado, todos tienen secretos y deudas con la vida.
En tanto justificación de las acciones de los personajes ninguno tiene una buena construcción, menos aún desarrollo. Un problema es que simultáneamente intenta ser casi coral, al atravesar el texto desde lo grupal, son cinco personajes embarcados, hacia lo particular, estos jugados desde un registro que circula libremente entre lo dramático y trágico.
Esta película que cayó en manos del director danés Niels Arden Oplev, que se hiciera conocido popularmente con “Los hombres que amaban a las mujeres” (2009), tiene en común con la original el argumento, los puntos de quiebre, pero nada más.
La mayor diferencia entre ambas se observa en el casting, salvo Ellen Page y Diego Luna, en los papeles principales, una por que es capaz de sostener con solvencia cualquier personaje, el otro por carisma del que le toco interpretar. Lo de Kiefer Sutherland, protagonista de la anterior, es casi un cameo. Los demás no dan nunca con los personajes, navegan a la deriva frente a la cámara.
Ni la tecnología actual salva al filme.
Una remake, por demás innecesaria, partiendo de la premisa que la original no era un dechado de virtudes, salvo muy buenos actores y un director que todavía sabia contar historias, pero nada más.
Una remake, por demás innecesaria, partiendo de la premisa que la original no era un dechado de virtudes, salvo muy buenos actores y un director que todavía sabia contar historias, pero nada más.