Daño cerebral
Línea mortal: Al límite (Flatliners, 2017), dirigida por Niels Arden Oplev, es un remake de la película del mismo nombre que fuera protagonizada por Kiefer Sutherland, Julia Roberts y Kevin Bacon en 1990 y, si bien esta versión se presenta como una propuesta álgida y novedosa sobre una mirada científica alrededor de la muerte, termina por diluirse al querer mezclar demasiadas cosas olvidándose justamente, de la emoción y la verosimilitud.
Courtney Holmes (Ellen Page) es una estudiante de medicina que realiza sus primeras pruebas en un hospital. Ahí dispone de un grupo de amigos y futuros colegas que están formándose bajo un clima intenso y lleno de muchísima presión. A Courtney le sucedió una tragedia personal, que poco a poco se devela, que marcó en ella la curiosidad por saber qué sucede en el cerebro cuando se detiene el corazón. Esto la lleva junto a cinco de sus amigos, a realizar un experimento donde cada uno detiene su corazón por un minuto y luego se reanima para contar lo que se ve cuando se está muerto. El problema empieza cuando sus pensamientos e inteligencias se ven alteradas y empieza a surgir lo paranormal.
La película parte de una premisa un tanto atrapante pero que en el desarrollo termina por desalentar. Su mayor problema es el cambio de tono y registro, además de su estilo narrativo. Empieza como una película de adolescentes que sufren como si fueran futuros personajes de series tipo E.R. Emergencias y de pronto, surge el experimento que le da otro tono, uno mucho más misterioso y lleno de suspenso, para luego volver a ser la película de jóvenes descontrolados que se creen poderosos e inmortales. Al final aparece el terror, semejante a Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007), para concluir en un drama carente de lógica.
Sin duda el experimento genera la seducción del espectador, pero decae a un nivel muy superficial. La película hace una representación con sensaciones un poco cliché del “minuto muerto” incluso, con un marco de terror de los años ochenta o noventa olvidándose de todo el cine que paso entremedio. Y quizá su mayor debilidad es que la representación de la muerte se reduce al nivel de un drama sobre el consumo de alucinógenos, omitiendo que son personajes que han regresado de la muerte y que al decir que “nunca volverán a ser los mismos” uno esperaría algo más profundo. Ante esto, si hubiera optado por ser una simple película de terror sin pretensiones saldría mejor parada.
Uno termina por no creerse nada. La estética del terror es poco emocionante y Línea mortal: Al límite camina al borde del precipicio. Al final no resta mucho por rescatar, y salvo por algunas escenas llamativas, todo se diluye quedando muy lejos de su antecesora.