Un documental sobre el mundo de Liniers
De cómo abordar el universo creativo de un artista
Hace tres años, la directora de Tierra sin mal y Atrás de la vía ganó una beca que la llevó a vivir dos meses en el crudo invierno de Montreal. Allí conoció y compartió casa con el historietista (Ricardo Siri) Liniers. De aquella relación fortuita surgió en la documentalista pampeana la idea de concretar un retrato del autor de la popular tira Macanudo, Cosas que te pasan si estás vivo y Bonjour . Y del largo y complejo camino que siguió para convencer a este talentoso dibujante/guionista para que aceptara ser parte del film se trata El trazo simple de las cosas , película que es tanto una aproximación al proceso creativo como una reflexión (de la propia directora) sobre cómo abordar la vida y la obra de un artista.
Entre esas dos vertientes pendula -con más hallazgos que carencias- este largometraje que va de lo autobiográfico y confesional (con algunos vicios del documental "de autor" en el abuso de una voz en off en primera persona demasiado pretenciosa y artificial como ordenador del relato) a la exploración del apasionante universo creativo de Liniers. De Québec a Buenos Aires, González sigue a un Liniers que afronta importantes cambios íntimos (como la paternidad) y profesionales (como sus colaboraciones con Kevin Johansen), mientras conoceremos su forma de trabajo siempre artesanal en tiempos de dibujo en computadora, la intensa actividad en su blog personal o su pasión por Charles Chaplin, Bob Dylan, Los Simpson y el jazz.
Las notables animaciones de Pablo Goitisolo (a partir de dibujos, tiras e ilustraciones del propio Liniers) son lo más logrado y sorprendente del film y la muestra contundente de que la obra tragicómica, ese humor nostálgico y existencialista del autor, está pidiendo a gritos su arribo al cine. Liniers -más allá de su histrionismo y de su simpatía- opta por mantener una distancia prudencial, casi pudorosa con la directora y su película. Así, no es mucho lo que se puede conocer de sus facetas más íntimas. Son interesantes, de todas maneras, las reflexiones que hace de sus creaciones, su postura en contra de la "dictadura" del chiste y del remate, y la forma en que se involucra personalmente (como la "liberación" que sintió cuando dejó de dibujarse como hombre y comenzó a hacerlo como conejo).
Habrá que ver hasta qué punto los miles de incondicionales admiradores del arte de Liniers entenderán y aceptarán las propuestas del documental. Por lo pronto, González propone un trabajo honesto desde lo intelectual y humano, muy cuidado desde lo técnico y lo más profundo que le fue posible a la hora de explorar el rico, fascinante, contradictorio e inasible universo del creador de pingüinos y duendes, de un robot sensible y una vaca cinéfila, del misterioso hombre de negro y del trío Enriqueta, Fellini y Madariaga, personajes ya incorporados a lo mejor del imaginario popular.