Un superhéroe más para la lista
La idea de llevar al cine a los héroes de historieta ha significado una formidable fuente de ingresos para la industria cinematográfica, pero el recurso está mostrando evidentes señales de agotamiento. Cuando se anuncia la llegada de uno más de estos personajes, las aguas se dividen: los fanáticos de la historieta se regocijan (aunque los resultados del filme, a la larga, terminen por decepcionar a algunos) y los que no lo conocen (o a los que les resulta indiferente) no van al cine o esperan una historia que los atrape y los divierta. En este caso, puede afirmarse que el director Martin Campbell no va a lograr un aporte significativo a las filas de los fanáticos del personaje. Sin embargo, la historia está bien contada, con rasgos de humor y escenas en las que intenta exitosamente cierta descontracturación del personaje; además, los efectos especiales están bien manejados y aportan espectacularidad al filme. Los problemas centrales están en un guión pobre, que no desarrolla los personajes secundarios (a pesar de tener buenos actores como Tim Robbins?, Angela Basset? o Peter Sarsgaard? en el elenco) y que, fundamentalmente, desperdicia la oportunidad de ofrecer un villano consistente. En este tipo de filmes, suele ocurrir que el antagonista (que representa a las fuerzas del Mal) resulta tan o más fuerte que el propio protagonista. En este caso, Parallax es una suerte de espectro en forma de nube oscura y ominosa, que se nutre del miedo de los seres a los que somete. El caso es que, precisamente, la característica central de los Linternas Verdes es que no conocen el miedo.
Hay, además, algunas cuestiones como que el traje y el antifaz del héroe aparecen mágicamente (el pobre Superman tenía que apelar a una oportuna cabina telefónica para cambiarse), o que es justamente el único ser humano entre miles de colegas superhéroes el que tiene que salvar al Universo; y una apenas sugerida relación amorosa. Después, a esperar la segunda parte, que seguramente vendrá.