Terror, desnudos, truculencia y tropiezos Apasionado por el género de terror, el director Ernesto Aguilar tiene en su haber numerosos títulos, como Necromancia (2015), La secta e Invasión alien (ambas de 2014), en las que apostó a una temática acerca de lo sobrenatural y lo espeluznante. Con Lisa no se apartó de ese camino y centró su historia en una muchacha solitaria que tiene pesadillas recurrentes de un pasado tortuoso, ya que ella fue el fruto de la relación entre su madre y un practicante de brujería. Necesitada de trabajo, concurre a una inmobiliaria donde buscan una secretaria y es recibida por dos estrambóticos personajes, antesala de un insondable misterio. Figuras que aparecen y desaparecen, velas que se encienden inesperadamente y ruidos que no se sabe de dónde vienen trastornan a la ya trastornada muchacha, que, de pronto, se ve frente a un extraño individuo que la somete sexualmente. Se presume que Lisa cayó en la trampa de una siniestra secta que tiene mucho que ver con su terrible pasado, aunque los tropezones del guión nunca permiten aclarar este enmadejado que se apoya en innecesarios desnudos, en escenas truculentas y en una fotografía y una música que pretenden crear, sin lograrlo, un clima para potabilizar el argumento. Valeria Rowinski trata de manejar lo mejor posible a su extraño personaje, pero poco es lo que puede hacer. Poco o nada es aquí rescatable.
Acechada El realizador independiente Ernesto Aguilar retoma el género del suspenso para entregar una historia de acecho, elementos sobrenaturales y una misteriosa secta que pretende recuperar a un viejo miembro. Lisa -2016- es un film que apunta a generar atmósferas y truculencia en su desarrollo, pero que lamentablemente naufraga en el intento, sobre todo por contar con un guión poco pulido y actuaciones que alcanzan extremos de sobreexposición, que no le hacen nada bien a este tipo de propuestas. La protagonista, a cargo de Valeria Rowinski, lleva el peso de la historia, sin embargo no llega a transmitir desde su personaje con éxito la ambigüedad necesaria teniendo en cuenta un pasado tortuoso, una ligazón con todos aquellos personajes secundarios que conforman su entorno, incluso cuando el director la expone a secuencias oníricas o de alto voltaje. Si bien la premisa no es original, se ajusta a los cánones, no obstante en ningún momento logra establecer ideas propias o alguna vuelta de tuerca inesperada para sorprender al espectador ávido de relatos de este nivel.
Ernesto Aguilar continua con su pasión por el genero de terror en el mismo camino que Necromancia (2015), La secta e Invasión alien( 2014) . Esta vez narrando la historia de Lisa una joven solitaria con pesadillas recurrentes resultado de un pasado extraño con un padre dedicado a la brujería y una madre que ya no existe. Y a la cual intentará vengar. Pero, en esta oportunidad Aguilar sólo consigue un tímido clima, que pronto se desvanece frente a un guión que por momentos hace agua. A escenas de sexo que no aportan nada se suma un discurso que pretende hacer ser crítico y que en ningún momento resulta verosímil. De lo cual se rescata la actuación de Valeria Rowinsky como Lisa, que con muy buenas intensiones no puede hacer nada frente al resto.