El fantasma Bergman
Liv & Ingmar (2015), dirigido por Dheeraj Akolkar, es un documental sobre la potente relación entre Liv Ullmann y el renombrado y emblemático director sueco Ingmar Bergman. Dividida en fragmentos, es una pieza hecha con la precisión de un diario sentimental que desemboca en un material interesante que va más allá de solo una relación cinematográfica. Con solo la presencia de Liv, profunda y nostálgica en su recuerdo actual de Ingmar, se trata de dibujar y construir de distintas maneras para volver complejo y atractivo la imagen del genio director así como del amor habitado entre ellos.
El film es un regreso a la isla de Fårö, donde vivió Ingmar hasta su muerte, y como luce hoy esa casa rodeada por aguas del báltico pintada con un tono onírico y tan bergmaniano, que son el reflejo de lo que siempre hubo en ese lugar desde que el director habitó hasta que se marchó de su hogar solitario. En esa isla también vivió con Liv Ullmann, donde fueron una pareja formada de manera polémica. Todo construído sobre la ausencia de uno de sus protagonistas que crece con las palabras de Liv, quien además fue su amiga por más de 40 años. Desde el comienzo hubo una infinita complicidad marcada por una fulgurante pasión y a la vez una violenta convivencia, que con la misma fuerza que los separo, los unió más que nunca muy a pesar que parecían cada uno orbitar en su propios mundo.
Dheeraj Akolkar realiza una buena propuesta al dividir la película en fragmentos titulados por un sentimiento. Por ejemplo: La culpa, la soledad, la amistad, sirven para trazar un diario sentimental donde se va a fondo con el objetivo de mostrar y organizar el monólogo de Ullmann que muestra las diferentes caras del ausente Ingmar Bergman. Desde su manera de comportarse durante y después de las filmaciones, pasando por el “monstruo” en los momentos más violentos de la relación, por el genio que escribía obras maestras en una soledad obligada y, sin duda, el ser más sorprendente que es capaz de todo por amor. Bergman se convierte en una especie de Kurtz en Apocalypse Now (1979), un ser mítico y controversial. Con todos esos conceptos llega hasta el punto de volverse entrañable.
Lo mejor del film es ser un relato con identidad propia, con un toque onírico que lo vuelve emocional y aleja del clásico documental sobre la retrospectiva de las películas que hicieron juntos. Además, se intensifica con ese paralelismo que construye entre los films de Bergman como Persona (1966), Pasión de Anna (1969) y el relato de Liv. Tanto como si hubiera una relación paralela entre los que filmaron y lo que realmente vivieron, casi como si el arte se diera como en la vida y viceversa.