Se encuentra ambientada en 1983 en un lugar ficticio en Italia del Norte, allí vive un joven de 17 años llamado Elio (Timothée Chalamet, en una soberbia actuación) al que le gusta leer, la música, nadar, hacer deportes, armar actividades al aire libre, salir por las noches, andar en bicicleta y mantiene una relación no del todo comprometida con la bella Marzia, esa es su rutina pero su vida cambia cuando llega a la finca Oliver de unos 25 años, es el asistente para el padre (un profesor universitario de arqueología) de Elio.
Este joven se encuentra en su despertar sexual y recién está descubriendo su sexualidad. Pero la llegada de esta persona lo moviliza, la historia podríamos decir que se divide en cuatro partes: la aproximación, la búsqueda, la pasión, y la despedida.
Las escenas sexuales están muy cuidadas, no son groseras, hay un juego muy tierno entre ellos, desde la mirada, tocarse, disfrutar distintas salidas y hasta la pasión incondicional. Nos encontramos con un film poético, sincero, tierno, delicado y conmovedor.
Su trama es una mirada hacia el amor, una elección sexual y el primer amor. Uno de los momentos más conmovedor es cuando el padre (Michael Stuhlbarg, una gran interpretación. “La forma del agua”, “Un hombre serio”) contiene a su hijo a través de la palabra, todas las escenas están bien acompañadas por una banda sonora encantadora y la impecable fotografía del tailandés Sayombhu Mukdeeprom. Al film le sobran algunos minutos.