Hace una semana que vengo haciendo garabatos sobre el papel, intento escribir sobre Call me by your name del director italiano Luca Guadagnino, pero tengo una especie de mariposa nostálgica en mi panza que no me permite pasar del título. Lloré mucho con su final y recién hoy, después de cinco días de su visionado mi corazón cinéfilo apaciguó su melancolía. Hoy me puedo sentar sin moquear como una pavota y escribir unas palabras sobre esta película que estimula todos los sentidos en el espectador, TODOS.
James Ivory (Amaras a un extraño, Maurice, La mansión Haward) adaptó para cine la novela homónima y autorreferencial de André Aciman y le pone su sobre dosis de romanticismo, el guionista – también director pero no de esta- es especialista en tocar el nervio indicado para que las historias se vuelvan absolutamente cinematográficas, además es tan genial que derriva todos los prejuicios de la sociedad. No olvidemos que Ivory es un señor mayor y ya en los años ochenta se permitía mostrar un trio amoroso (mujer y hombre enamordos de una misma mujer) en Las bastonianas.
Ivory es maravilloso y se tiene que ganar el Oscar a mejor guion adaptado, su screenplay de un novelón, es filmado de forma perfecta y sin ninguna fisura por Luca Guadagnino (A Bigger Splash, El amante) quien pone la cámara en un pueblo cerca de Verona (Lago Garda) en Italia y no sólo nos da un paseo fantástico por unos de los mejores parajes del mundo, sino que nos lleva a una década perfecta como es la de los ochenta – tengo ganas de llorar-.Elio (Thimothée Chalamet) es un joven de 17 años que vive con su papá americano y su madre francesa en la campiña Italiana, tienen buen poder adquisitivo (hijo de intelectuales) y pasa sus noches de verano rodeado de vecinos y amigos, la monotonía de ese verano del 83 se ve alterado por la visita de Olvier (Armie Hammer) un amigo del padre. La admiración por ese adulto, y la complicidad entre ambos comienza a perfilar el histeriqueo hermoso del amor no consumado.
Elio devora a Olivier con la mirada, este baila apretado y “chapa” a una mujer al ritmo melancólico de Lady, Lady, Lady (sí el lentazo de flashdance, si habremos crecido escuchándola) y desde ese instante, Elio busca a Oliver y ese juego adolescente transforma a Call me by your name en un declaración abierta sobre la iniciación sexual.
Las metáforas y las alusiones hacia la excitación y la calentura de la primera juventud son de una ternura hermosa -sí la escena del durazno es increíble-, Elio lo busca con palabras, con susurros. “No digas lo que está pensando” le dice Oliver dejándose llevar por la seducción, y las caminatas cortas que Guadagnino hace eternas y la canción Futile device de Surjan Stevens que los envuelve como esa brisa de verano. Y un beso tierno pero poderoso, nos otorga la evolución de un amor fugaz.
Acaso quién no amo alguna vez de esa manera caprichosa?. Thimothée Chalamet hace un trabajo que merece, de acá a la luna ida y vuelta, el Oscar (de hecho lo declaro abiertamente mi favorito), el pibe logra entonarnos con su búsqueda eterna por este señor mayor – me tomo la licencia para decir que Armmie Hammer es uno de los hombres más lindos de Hollywood- y logra escenas memorables, incluida la escena final que te deja temblando como un flancito.
Call me by your name es una historia inmensa además promediando el final suena en la película uno de mis temas favoritos ochentoso: Love my Way de Phicoldelic Furs. La voy a ver una y mil veces seguramente, la repetiré tanto hasta el cansancio, porque Call me by your name es una historia de amor que hay que vivir.