Debe haber pocos directores de cine tan desparejos como M. Night Shyamalan. El realizador que se consagró con Sexto sentido puede hacer otras grandes películas de suspenso, como El protegido o Fragmentado, y caer y derrumbarse con Glass, El fin de los tiempos o Después de la Tierra. Bueno, Llaman a la puerta está ahí de integrar el segundo grupete.
Hay siempre un común denominador en sus realizaciones. Y no hablamos de que siempre hace un cameo, una aparición, como le gustaba a su adorado y plagiado Alfred Hitchcock. Los suyos son filmes de suspenso intrigantes, que pueden empezar con algo que descoloca (la gente que se suicida no más arranca El fin de los tiempos, por caso), siempre tienen sorpresas o una vuelta de tuerca al final.
Llaman a la puerta, una película prácticamente rodada en la cabaña del título original (Knock at the Cabin, a la vez basada en la novela The Cabin at the End of the World, de Paul Tremblay) está protagonizada por Dave Bautista (Guardianes de la galaxia), cuya enorme contextura contrasta con la de Wen (Kristen Cui), la niña de 8 años. Leonard se le acerca sigilosamente en el bosque, donde ella está atrapando saltamontes.
Peligro inminente
Hablan, pero Wen percibe, olfatea el peligro cuando tres compañeros de Leonard aparecen con armas improvisadas y empiezan a perseguirla. Wen entra a la cabaña, donde sus padres Eric (Jonathan Groff) y Andrew (Ben Aldridge, de Fleabag, que salió del closet hace pocos años) pronto escucharán el golpecito a la puerta.
E irrumpen en la cabaña, y los atan. Son Leonard, maestro, Redmond (Rupert Grint, de Harry Potter), la cocinera Adriane (Abby Quinn) y la enfermera Sabrina (Nikki Amuka-Bird). Los cuatro tienen una propuesta a la familia. Ellos tuvieron visiones compartidas de catástrofes globales. El Apocalipsis llegará al día siguiente, si la familia homoparental no realiza un sacrificio.
Los papás y Wen deben decidir quién morirá entre ellos tres. Habrá que matarlo, porque no vale el suicidio.
Las preguntas empiezan a sumarse, encimarse y a ocupar tal vez, más del espacio que debería. ¿En serio el planeta sucumbirá si la familia no realiza el sacrificio? ¿Los recién llegados, el cuarteto de la muerte, sufren psicosis? ¿Cómo puede ser que uno de los atacantes haya tenido relación con la familia? ¿Eh?
Película políticamente correcta, la pareja gay ha estado haciendo “sacrificios” para poder mantener su estilo de vida. Pero lo que le piden es demasiado.
¿O no?
Es Groff quien le pone más carga emotiva al asunto, y Bautista, del otro lado de la grieta, impresiona bien como el tipo intimidante, pero comprensivo.
Como decíamos, Shyamalan es dispar, y no siempre apela a los giros inesperados al final de sus películas. Aquí la cosa no es darse cuenta de que el personaje de Bruce Willis estaba muerto, o quiénes son los simpáticos abuelitos que los nietos visitan en Los huéspedes.
Aquí, una vez que se descubre por qué el cuarteto irrumpe, y que irán a inmolarse de a uno si la familia no realiza el sacrificio, se acaba el misterio, las expectativas disminuyen y lo que pase o deje de pasar interesará menos.