Lo primero que hay que destacar de Lluvia de hamburguesas 2: la venganza de las sobras es la lograda fusión entre tecnología e ingenio artístico, que da como resultado un entretenimiento efectivo y apto para todo público.
La nueva animación de Columbia Pictures y Sony Pictures Animation propone una aventura gastronómica multicolor que vuelve a tener como protagonistas a Flint/Loco y sus amigos.
En la primera entrega la máquina inventada por Flint, la impronunciable FLDSMDFR, fue destruida, pero aquí vuelve a funcionar y los restos de comida de Isla Bocado mutan en criaturas famélicas y amenazantes. Loco quiere ser como su ídolo Chester V y hacer del mundo un lugar mejor. Para eso, la corporación Live lo invita a participar en un concurso de aspirantes a "ideanautas". Loco pierde el certamen pero Chester V advierte que sólo el joven inventor puede detener el avance de las enormes aranburguesas (araña + hamburguesa). Entre tacodrilos gigantes, banastruces, elefandías, sushiovejas y cascadas de coco, los personajes tendrán que abrirse paso para conseguir el objetivo.
La película surfea entre la celebración de la abundancia alimenticia y el culto a la comida chatarra. Con una pizca de psicodelia bien espolvoreada a lo largo y a lo ancho de la cinta, Lluvia de hamburguesas 2 homenajea a Jurassic Park (1993), de donde extrae su idea principal: lo inventado supera al inventor. Lo creado se desborda y pierde el control.
Además de recrear secuencias del filme de Steven Spielberg, también se permite una referencia clara y paródica: Chester V se parece a Steve Jobs, el fundador de Apple, en los movimientos con las manos, los gestos y el tono de voz. Sin embargo, en medio de los colores iridiscentes, se desliza un mensaje un tanto oscuro: hay frutas y vegetales, pero también hay mucho colesterol.
Los dibujos animados fueron siempre el caballo de Troya de Hollywood, y Lluvia de hamburguesas 2 es un ejemplo más de esta tradición de entretenimientos hechos para despertar la atracción de grandes y chicos e inocular, a través de ella, su verdadero propósito: convencer al público para que consuma lo que se ofrece.
Si para muchos el poder de la cultura popular norteamericana está basado en un mensaje directo, simple, con un significado limitado, en las últimas décadas la estrategia para persuadir se invirtió: ahora el mensaje es indirecto, complejo, con un significado difuso.