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El nuevo documental del realizador teutónico Werner Herzog explora la evolución cuántica del internet a lo largo de las últimas décadas y la relación simbiótica que ha forjado con la humanidad.
Como sus demás documentales, Lo and Behold, Reveries of the Connected World (Lo and Behold, Reveries of the Connected World, 2016) es más un ejercicio lúdico que didáctico. Herzog posee una inagotable fascinación por casi cualquier cosa - volcanes, osos grizzli, aviadores, cavernas, la pena de muerte, accidentes de tránsito, espejismos - y en su sabiduría es capaz de capturar el aspecto sublime y patético de cualquier tema. Nunca va al mensaje obvio o la verdad absoluta, está más interesado en contagiar entusiasmo por aquello que cotidianamente damos por sentado.
Lo and Behold, Reveries of the Connected World hace un repaso de la historia del internet, la cual presenta paralelismos interesantes con la de la humanidad. Dividido en diez capítulos, el film va desde la prehistoria de las computadoras monolíticas, pasando por la aparición de inteligencia primitiva, la edad oscura del miedo y la superstición (los peligros de la interconectividad), un renacimiento artístico y científico (Elon Musk es uno de los entrevistados) y eventualmente la inquietante era de la autosuficiencia tecnológica.
Herzog no está ni a favor ni en contra de las nuevas tecnologías, y su documental intenta cubrir la amplitud de la experiencia humana: desde algunos de los “pioneros del internet” a ingenieros robóticos, matemáticos, inventores, astrónomos, gamers, hackers, adictos y abstemios.
El recorrido de Herzog lo lleva a lugares tan inusitados como un hogar permanentemente enlutado por la humillación cibernética de uno de sus miembros, un centro de rehabilitación para viciosos, un laboratorio donde unos robots juegan futbol… por cada nueva parada Herzog ramifica su búsqueda en veinte nuevas direcciones, quizás en imitación de la narrativa hipertextual de la red, siempre deseoso de abarcar más.
Esto suena a megalomanía pero el objeto de la película, en definitiva, es demostrar cuan innumerables son las formas en las que la experiencia humana se ha visto irrevocablemente alterada por nuestra simbiosis con el internet a medida que vamos depositando partes de nosotros en la realidad virtual (y cómo una inteligencia artificial con plena conciencia es posible, eventualmente, en la medida en que un error cometido por una máquina es asimilado por todas las demás - algo patentemente imposible para el ser humano).
Lo and Behold, Reveries of the Connected World es el tipo de película cuyo objetivo es producir en el espectador la mayor cantidad de preguntas posibles más que responderlas.