La verdad está ahí afuera.
La obra de Werner Herzog podría subsumirse a una simple frase de su autoría: “me interesan las verdades no los hechos”. Para este artista existe tanta veracidad en un documental como en un largometraje de ficción. El director germano suele embelesar o directamente inventar testimonios y hechos con tal de buscar aquello que esconde la aparente realidad. Algunos podrán argumentar, con cierta razón, que es contradictorio y éticamente cuestionable; pero si hay algo que nunca hará un largometraje de Herzog, es dejar indiferente al espectador.
Lo and Behold… trata principalmente sobre la Internet, una creación artificial; sin embargo, el cineasta alemán decide otorgarle un tratamiento similar a los imponentes volcanes que supo documentar para Netflix en Into the Inferno. Es decir, la Internet como una fuerza perturbadora y al mismo tiempo fascinante que el hombre no puede controlar. A Herzog le interesa comprender el espíritu del ser humano frente a los acontecimientos abrumadores e inexplicables del mundo, como si la información fuese una deidad, un ser místico con la capacidad de bendecirnos y destruirnos al mismo tiempo.
El futuro llegó hace rato:
Herzog no se cierra a un entendimiento pesimista sobre la tecnología, sino que intenta abarcar todos sus aspectos: su origen, su razón de ser y sus consecuencias. Por un lado nos muestra como un videojuego online puede curar el cáncer y por otro como la visualización del morbo puede manifestar la peor faceta de la humanidad. Lo and Behold… es un documental que oscila entre lo útopico y distopico constantemente, excede su naturaleza informativa hasta convertirse en una película de ciencia ficción sin que el espectador de cuenta de ello. Así es como podemos ver desde un primer mail profético pasando por robots futbolistas hasta llegar a un apocalipsis simil Skynet en Terminator.
Fiel a su estilo, el director de Fitzcarraldo suele aprobar los testimonios de sus protagonistas sin demasiada repregunta y deja los espacios suficientes para que el receptor juzgue por si mismo el grado de verosimilitud. Los silencios, los cuerpos inmóviles y los imperceptibles gestos de los protagonistas son tan o más importantes que la temática en sí. A Herzog no le importa demasiado la veracidad, lo principal es el relato y como la persona se posiciona en el mismo. Como funciona el humano en un mundo ficcional, ya sea propio o ajeno. Da lo mismo que la enfermedad por la radiación electromagnética sea una patología física o una invención psicosomática, al fin y al cabo es una reacción frente al universo que se construye alrededor de los entrevistados. La pregunta que se mantiene a través de todo el metraje no es ¿por qué tenemos Internet? sino ¿para qué necesitamos Internet?.
Conclusión:
Lo and Behold: Ensueños de un mundo conectado es uno de los mejores y más interesantes documentales que ha realizado Werner Herzog en esta última década. Un film que se pregunta la esencia misma del ser humano.