Impactantes lugares comunes
Regodeándose en el dolor, con imágenes explícitas, el director Bayona armó un film en torno al desastre que provocó un terremoto -y su tsunami- en 2004 en el Oceán Índico.
El 26 de diciembre de 2004 se produjo un terremoto en el Océano Índico y el tsunami que originó con olas de 30 metros produjo alrededor de un cuarto de millón de víctimas fatales, principalmente en Indonesia y Tailandia, y en menor medida en Sri Lanka y la India. Lo imposible narra a través de una familia de vacaciones, la odisea de cada uno de los integrantes para sobrevivir en medio de uno de los desastres natural más importantes de la historia.
Protagonizada por Ewan McGregor y Naomi Watts, con la dirección de la nueva estrella del cine español, el catalán Juan Antonio Bayona (El orfanato), la película tuvo su avant première en el último Festival de Cine de San Sebastián, y aún cuando se tuvo que parar la proyección porque varios espectadores se descompusieron, esto no impidió que con el estreno comercial se convirtiera en la película más vista en la historia del cine español.
Porque más allá de la historia de valor, templanza y solidaridad, la intención manifiesta de Lo imposible es conmover y que cada uno de los espectadores viva en primera persona el dolor, cada una de las heridas y que sienta en cada uno de los 114 minutos que tiene el relato la magnitud de la tragedia y se pregunte cómo hubiera procedido en un escenario similar.
Lo que les pasa a María (Naomi Watts), Henry (Ewan McGregor) y sus tres hijos, turistas en un exclusivo resort en las costas del Océano Índico en Tailandia, el relato que contiene su historia, se inscribe en lo que podría denominarse multigéneros, es decir, un poco de cine catástrofe –lo mejor del film, la ola gigante que avanza y traga todo a su paso–, el melodrama cuando no se sabe si la familia se va a reencontrar, el gore sin culpas (el cuerpo de Watts desgarrado es toda una experiencia) y el documental testimonial, es decir, la historia centrada en cuatro protagonistas para describir el drama de toda una región devastada.
Es cierto que en la primera mitad Lo imposible exhibe un realismo que quita el aliento, que el interés por la suerte de la familia es genuino, pero en la segunda parte, la película cae en varios lugares comunes, se regodea con el dolor, muestra innecesariamente en las personas los golpes, tajos y miembros castigados, el impacto por sobre la narrativa con el estruendo musical de Fernando Velázquez para remarcar las emociones.
En suma, un film impactante en el peor sentido del término, que se asienta sobre una historia real para sentirse libre de manipular sin ningún tipo de pudor.