Tardó cinco años en volver a dirigir, pero el español Juan Antonio Bayona está de regreso luego de su escalofriante ópera prima -El Orfanato- con otra historia que hiela la sangre aún más, ya que se basa en la realidad que vivió una familia durante uno de los eventos naturales mas catastróficos de los que alguien tenga recuerdos.
Con pulso sereno y confiado es que Bayona nos presenta al grupo en cuestión, liderado por los talentosos Ewan McGregor y Naomi Watts, junto a sus tres pequeños hijos, de los cuales destacaremos fervientemente al mayor, Tom Holland. Entre los dos actores con pedigree y el joven novato es que se mueve el encuadre narrativo de la película: durante la mayor parte -la más significativa y provocadora- vemos como el más que realista y palpable tsunami arrasa con todo y deja desamparados a María y su primogénito a la intemperie, mientras que Henry ha puesto a salvo a los retoños menores y busca a su esposa e hijo implacablemente.
Momentos después de la ola de muerte es cuando Bayona y su guionista Sergio G. Sanchez eligen ensañarse con sus protagonistas de una manera tan realista y a la vez tan cruda que asombra. La cantidad de obstáculos a superar por María y su hijo son innumerables y sus gravísimas heridas no ayudan para nada, sino que empeoran minuto a minuto mientras Lucas (el mayor) encuentra el coraje para seguir adelante y salvarse. De ser la historia verídica de la familia tal cual la vemos en pantalla, estamos ante una historia de supervivencia impredecible y milagrosa, aunque imagino eligieron dramatizar un poco ciertas situaciones que, con la musicalización correcta, golpean bien fuerte pero sin dar golpes bajos.
No sólo el elenco está estupendo (Watts se eleva más y más a medida que transcurre el metraje y el estado de salud de su personaje deteriora, McGregor cumple y tiene un estallido maravilloso durante una tensa llamada por teléfono y Holland se roba los aplausos como el muchacho -amén del cameo de la eterna Geraldine Chaplin-) sino que los valores de producción son altísimos y la destrucción mostrada en pantalla luce como si hubiesen filmado durante el incidente. Es como para quedarse pasmado con las imágenes que se suceden fotograma a fotograma.
Como bien reza su frase promocional, nada es más fuerte que el espíritu humano, lo cual se convierte en la columna vertebral de Lo Imposible. No es una película para todos, ciertas secuencias duelen y traen recuerdos dolorosos, pero es un gran homenaje a todas las familias afectadas por la fuerza impredecible de la madre naturaleza, con un elenco de lujo y un director que merece ser reconocido de inmediato.