El director de El orfanato encuentra en esta historia familiar todos los ingredientes para construir un relato con buenas dosis de suspenso y terror, matizados con el drama familiar sentimental.
Si no fuese porque desde los créditos se insiste en que está basado en una historia real, cualquiera que viese este film pensaría que el título es acertado: es imposible que en medio de una catástrofe como el tsunami de 2004 en Tailandia, una familia entera se haya separado y vuelto a encontrar, y vivan para contarlo. Sin embargo, esa es la tarea que se propone relatar Juan Antonio Bayona, y no sin maestría.
El director de El orfanato encuentra en esta historia familiar todos los ingredientes para construir un relato con buenas dosis de suspenso y terror, matizados con el drama familiar sentimental. Los efectos especiales, realmente espectaculares, están puestos al servicio de la historia, y no al revés. Este es el gran logro del film: es imposible – valga la redundancia- que no nos identifiquemos con los personajes, que no arruguemos los dedos de los pies frente a las escenas de dolor físico de los personajes, o que no se nos piante un lagrimón frente a las del dolor humano. La película está tan bien construida, que nos olvidamos que estamos en el cine y nos involucramos de lleno en la historia. Esto no es un despliegue de tecnología sólo para mostrar que es posible reconstruir digitalmente un tsunami, sino que son efectos audiovisuales necesarios para contar la historia.
Por supuesto que, como en la mayoría de las películas basadas en hechos reales, hay ciertas licencias para lograr esta empatía con el espectador. La familia real era española, mientras que la ficcional es británica. De este modo, todos son rubios de ojos claros, lo cual sabemos que es el modelo de belleza imperante en nuestro mundo occidental actual. Son bellos y buenos a más no poder. Pero estos rasgos un tanto maniqueos pasan a un segundo plano, puesto que durante gran parte del film la protagonista no es Naomi Watts, sino la propia Naturaleza (digitalizada, claro).
Desde el inicio, el sonido de un avión puede ser confundido con el de una catástrofe natural, las subjetivas del oleaje mientras los ignorantes humanos veranean en las costas del Océano Indico prenuncian la desgracia. Haciendo uso de los recursos propios del género de terror y suspenso, Bayona genera tensión en el espectador al mostrarnos planos donde la Naturaleza parece acechar al Hombre. Así es como desde lo propiamente cinematográfico emerge la historia de un terror atávico para el hombre, que no tiene que ver con monstruos o fantasmas, sino con la fuerza inconmensurable de la naturaleza. Lo cual resulta igualmente efectivo para la pantalla grande.