Preparen los pañuelos…
A veces el melodrama genera prejuicios. Y no lo voy a negar, yo soy de los primeros en criticar cuando una historia se vuelve demasiado cursi, sentimentaloide y lacrimógena. Pero hay que saber diferenciar las situaciones. Una cosa es que la película fuerce las situaciones para crear un efecto sentimental, para emocionar gratuitamente al espectador con recursos obvios, lugares comunes y clisés. Otra muy diferente es que la historia y la construcción en la relación de los personajes en el contexto de un conflicto verosímil lleven a una asociación naturalmente lacrimógena, a una emoción genuina, en donde la frialdad, la austeridad y la distancia con los conflictos narrados carezcan de verosimilitud, sino vemos a los héroes de la historia llorando a lágrima tendida.
Es lo que sucede un poco con Lo Imposible. Juan Antonio Bayona, consigue una narración que compromete emocionalmente al espectador llevándolo a través de situaciones límites reales, que además son cercanas temporalmente, y muchos podemos atestiguar que fueron reales.
Ni bien comienza el film un cartel advierte que se trata de una historia real y subraya la palabra real. ¿Por qué dicha afirmación? Bueno, porque posiblemente si no fuera así, sería realmente muy difícil creer que los acontecimientos que se narran hayan sido tal cuál se muestran, en la vida real de esta familia.
El único cambio que Bayona admite haber transformado es la nacionalidad de los protagonistas, supuestamente británicos (nunca se confirma, solo son anglosajones que trabajan en Japón), pero que en la vida real eran españoles. Por una cuestión de marketing y para brindar mayor llegada comercial internacional, pusieron actores reconocidos y entrar más fácilmente a más mercados. Debido a que la producción demandaba un alto presupuesto para recrear el tsunami y sus consecuencias en la población tailandesa, era obvio que se necesitaba realizar en coproducción con Hollywood. El cambio de nacionalidad no afecta en lo absoluto a la narración.
Después de ver El Orfanato, film que funciona mejor como drama psicológico que como obra de terror/suspenso inspirado en el J-horror y compararlo con Lo Imposible, queda claro que a Bayona la relación madre – hijo le interesa mucho más que el contexto. Y justamente, si el film emociona no es porque es impactante la recreación del desastre que azotó las costas asiáticas, sino porque Bayona le mete mucho cuidado a esa relación para que sea un hilo narrativo que atrape al espectador y provoque cierta empatía. Con Nuria Silva hemos visto, que no solamente se trata de una historia de supervivencia, sino sobre la historia de un chico - Lucas – que debe cortar el cordón umbilical con su madre, plantear la madurez y el crecimiento a la fuerza y aceptar responsabilidades.
En ese sentido, ese crecimiento infantil, la historia de una familia que a la fuerza termina estando dividida poco tiempo después de que planteara una división por obligaciones laborales – Henry, el padre plantea al principio del film una división sugerida por la crisis económica – parece haberse creado para la cámara de Steven Spielberg. Y Bayona se da cuenta enseguida de esto, por lo que toma a Lucas como protagonista absoluto de la historia, su visión “inocente” remite a la del Jamie – Christian Bale interpretando al J.G. Ballard – de El Imperio del Sol. La tensión y el suspenso que Bayona maneja usando la manipulación de la información que tienen los personajes sobre el destino de sus familiares, y la información que le brinda al espectador, es muy propio de Spielberg. Aunque suene risorio, el concepto de división familiar en circunstancias extraordinarias, está muy bien reflejado en Jurassic Park, y aunque no se puede comparar el hecho en sí, es la visión, la construcción de la puesta de cámara donde se ven las simetrías.
Por suerte, Bayona, entiende que para crear un buen climax se debe aprovechar cada herramienta cinematográfica a mano: el montaje, los lentes – excelente el cambio de foco en la escena final – la fotografía y las actuaciones. Si bien es grato ver una reconstrucción tan realista y meticulosa, comparable a que hizo Clint Eastwood en Más Allá de la Vida – que la dirección de arte y la escenografía no pretenda destacarse ni tampoco tome protagonismo, pero al mismo tiempo, le aporte verosimilitud al universo del film, es más disfrutable ver como Bayona logra sacarle los estereotipos a Naomi Watts y Ewan McGregor – especialmente el segundo demuestra una madurez que no siempre es aprovechada – y generar empatía con muy pocos elementos. Las interpretaciones infantiles – sin duda el joven Tom Holland es el mejor actor del film – consiguen emocionar sin necesidad de acudir al efecto lacrimógeno tradicional hollywoodense.
Bayona no manipula las escenas, no juega con los sentimientos, se trata de atar también al espectáculo, al entretenimiento y aprovecha el sonido para lograr una unidad entre el principio y el fin del film.
Es verdad, que en el final se podría haber ahorrado un par de lágrimas y metáforas obvias – funciona muy bien sin embargo la simbología de la historia con la vida de las estrellas y la separación de las velas flotante – pero aún con eso es imposible no tener vibración con el relato, no sentirse dentro de la catástrofe o estar presente en el momento.
Ver Lo Imposible por supuesto que va a generar varias dudas acerca de la verosimilitud del relato, por eso recomiendo ver las entrevistas a Ana Belón, el personaje que inspiró al de Naomi Watts, realizadas en España – donde el film se ha convertido en el mayor éxito de la historia de cine ibérico – y juzgar cada uno que creerle a Bayona. Cinematográficamente, el film es impecable y el guión de Sergio Sánchez logra con inteligencia evadir lo artificial para centrarse en el factor humano. En Estados Unidos, eso mismo, parece imposible.