Hay artistas que no les gusta, o no saben, ser populares o famosos. Permanecen al margen, en un segundo plano de otros valorados colegas y lo que hacen en su taller reciben muy buenas críticas. Los elogios abundan, pero las ventas escasean. La dificultad de poder acceder a ellos los convierten en leyendas, y su obra, de culto.
Es por ese motivo, que Marcos Kramer escribió un libro, en el que se basa éste documental. Luego, se puso bajo la dirección de Matilde Michanie para oficiar de una suerte de conductor del film, como si fuese un investigador privado que descubre el secreto mejor guardado, la casa-museo de Fernando García Curten, enclavada en el corazón de San Pedro, provincia de Buenos Aires.
Hasta allí viajó el escritor en varias ocasiones para relacionarse en persona con el artista y dar a conocer sus creaciones de pinturas, dibujos en cuadernos, y esculturas hechas con ramas, telas, sogas de cáñamo, metales, etc.
Durante el primer tramo de la narración, Marcos Kramer relata, con la voz en off, la biografía del artista alternada con viejos videos a color de San Pedro, fotos de cuando era joven García Curten y vivía en el exterior. Luego, como recurso artístico, recién en el momento del punto de giro de la historia, aparece la imagen del homenajeado en su lugar de trabajo, dibujando y explicando un poco lo que hace y cómo lo hace.
Su aspecto es el de un típico artista de antaño. Parece una copia de otros grandes, pero se destaca por su originalidad y capacidad para darle vida a su creatividad.
Los diálogos surgen en el segmento final. Hay muchos silencios. No se precisa explicación para observar sus trabajos. La cámara se toma su tiempo para recorrerlos con imágenes impecables y que el espectador aprecie mucho mejor lo que hizo.
Para quienes no lo conocían, tienen la oportunidad de saber quién es, para los entendidos es una buena manera de refrescar la memoria y no olvidarlo.