El artista oculto
¿Qué es y qué no es arte? Acaso una de las preguntas más viejas del mundo. En principio, y según mi humilde opinión, toda demostración construida a partir de profundas emociones y que más allá de su forma estética revele las mismas, encuentra su espacio en esa definición. Esto es lo que puede verse en Lo intangible, la película documental de Matilde Michanie sobre un artista que tuvo un primer contacto con las mieles del éxito en un viaje curioso a estados Unidos y al regreso comienza su trabajo de pintura y posteriormente, de escultura con la utilización de elementos rudimentarios tomados de diversos lugares e, inclusive, de la basura.
Los más terribles miedos y las representaciones alegóricas de la fe, los monstruos que al fin y al cabo somos nosotros mismos en una representación variable y deforme, todos ellos visualizados y llevados a la forma física por este artista que se negó de manera firme a dejarse llevar por las profundas oscuridades que puede llegar a tener el circuito de establecimiento del mercado de artistas, y cuyo (des)trato fue mutuo.
Recluido en su casa museo, en su San Pedro natal, García Curten acompaña sus días como uno más, rodeado de su obra, una obra que no es posible trasladar dadas las condiciones de emplazamiento y exhibición, y sumado a ello muy complicada de cuidar, sometida como se muestra en el transcurso de la película, a los avatares del clima y su erosión. Hasta allí llega Marcos kramer, quien oficia como la voz que la directora necesita para guiar el relato.
La forma, la visión entre apocalíptica y tenebrosa de sus creaciones recuerdan miedos profundos que aquejan al ser humano desde el principio de los tiempos, en las más tenebrosas pesadillas sobre el futuro y lo desconocido, sobre la naturaleza y las amenazas imposibles de vislumbrar en su totalidad.
En suma, el recorrido intimista tanto como sencillo, en el espacio en que Fernando García Curten vive y se entrelaza, tal vez sin saberlo, con sus creaciones, es una muestra de otras formas de arte, menos “vendibles”, menos fácilmente digeribles para un público que necesita de la complacencia y de construcciones artísticas cuyo entendimiento no requiera mucha expansión analítica.