Cuatro franceses sueltos en Nueva York
Tercera entrega de la saga que comenzó con Piso compartido (L'auberge spagnole, 2002) y siguió con Las muñecas rusas (Les poupées russes, 2005), Lo mejor de nuestras vidas tiene al cuarteto protagónico ahora ya entrado en los 40s. Allí está Xavier (Romain Duris) en plena separación de la madre de sus hijos (la británica Kelly Reilly), quien decide comenzar una nueva en Nueva York, llevándose con ella a los pequeños. Dispuesto a no alejarse de ellos, Xavier cruza el Atlántico Norte para instalarle en el departamento de Isabelle (Cécile De France). El panorama se completa con Martine (Audrey Tatou, visitante ilustre a la Gran Manzana.
Cédric Klapisch no puede evitar embelesarse con la arquitectura neoyorquina, constituyendo inicialmente una película cercana a la postal cinematográfica. Sin embargo, con el correr de los minutos empieza a interesarse más por los personajes, sus vínculos, preocupaciones y sentimientos que por el entorno. Así, y más allá de algunas aristas estereotipadas de algunos de ellos, Lo mejor de nuestras vidas termina siendo una comedia romántica tan menor como eficaz en su premisa, llevadera en su desarrollo y amena incluso en el planteamiento de las problemáticas y los vericuetos emocionales de sus protagonistas.