Lo mejor está por venir: Entre la amistad y la muerte.
Una historia sencilla en torno a la amistad entre 2 hombres adultos, donde uno de ellos se está muriendo de cáncer.
El cáncer, o las enfermedades terminales en general, podría ser un subgénero dentro del cine, a veces tomado lisa y llanamente desde el drama, y otras en la comedia dramática, como este caso. Esta nueva película francesa tiene tonos similares a 50/50 (2011), esa comedia inolvidable con Joseph Gordon-Levitt y Seth Rogen como protagonistas.
Lo mejor está por venir (2019) narra la historia de 2 amigos que se encuentran distanciados por razones de la vida, Arthur (Fabrice Luchini), un hombre solitario, y César (Patrick Bruel), un mujeriego que se encuentra en quiebra. Cuando César cae de un balcón, Arthur se hace cargo de los gastos médicos de su amigo, pero los estudios revelan que tiene un cáncer de pulmón en etapa terminal. Arthur intenta informar a César sobre la enfermedad que padece, pero al no saber cómo decírselo, se sumerge en un montón de mentiras cada vez más absurdas y malentendidos, lo que conlleva a que se entienda que el otro es quien tiene poco tiempo de vida y es así como comienzan a recuperar el tiempo perdido y a cumplir los últimos deseos de ambos, recordando buenos momentos y enfrentando los más duros demonios.
Si por algo destaca la película es por la química de sus protagonistas Luchini y Bruel, ya que el espectador se cree que han sido amigos toda la vida y eso entre ellos traspasa la pantalla. Las actuaciones son simplemente impecables. La dinámica entre los dos, a partir de toda la vida compartida, se siente familiar, pudiendo vivir con total confianza en el otro, besarse, abrazarse y decirse lindas palabras, cosa que en el estereotipo de hombre macho alfa no es algo que suceda.
Sin grandes pretensiones, Lo mejor está por venir (2019) es una historia pequeña con mucho cariño y una gran fotografía a cargo de Guillaume Schiffman. Lo más importante aquí es el potente mensaje sobre el valor de la amistad y el apoyo ante situaciones difíciles de la vida. Por suerte, el guion está repleto de humor negro que deja a un costado el drama y la cursilería de tanta ternura, para contrarrestar con comentarios ácidos de parte de sus protagonistas.
Dirigida por Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, lleva al espectador de la emoción, con lágrimas incluidas, a la carcajada, dejando, como los buenos vinos, un sabor amable al final. Conmovedora y entretenida, transmite esperanza sobre el cariño sincero, muy necesario en los tiempos en que vivimos.