Un thriller seco con toques líricos
En crisis con su familia, Leandro, un hierático adolescente de la clase media salteña, se involucra en un delito que tendrá graves consecuencias. Ésa es, muy sintéticamente, la línea argumental de esta película seca y efectiva, ópera prima de notable solidez del salteño Cristian Barrozo, profesional de vasta expriencia en rubros técnicos, tanto en cine como en televisión.
Pero Lo que no se perdona suma con sagacidad e inteligencia otras capas temáticas: desde el declive económico como fuente de degradación moral hasta el machismo, la violencia y la discriminación que son moneda corriente en el entorno donde se mueve un grupo de personajes de diferentes generaciones que, sin excepciones visibles, parece haber perdido la brújula.
También deben contarse como fortalezas de la película el desempeño de los actores (Roly Serrano está formidable, igual que el debutante Álvaro Massafra) y el impecable trabajo de cámara, fotografía y puesta en escena, tan sofisticado como funcional a la narración. Incluso en sus momentos más sórdidos, el film se mantiene sobrio y estilizado, preciso en la creación de climas y reticente a las soluciones ramplonas y los lugares comunes.
Barrozo cuenta una historia de corte policial oscura, densa y pesimista sin resignar el aliento poético.