Lo que no se perdona

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

LO QUE NO LE PERDONAMOS A ROLY SERRANO

Sucede que a veces nos encontramos con películas que acumulan elementos que a priori y por separado están bien, pero que sin embargo no terminan de despegar, un poco por su linealidad pero más que nada por su falta de relieve. Algo así es el caso de la película de Cristan Barrozo, Lo que no se perdona.

Más allá del filtro indie argentino a través del cual se deja ver, estamos en esencia ante un film de pandilleros, o de gángsters si es que queremos extender un poco el sentido de esa definición. Veremos a Leandro (interpretado con sencillez y efectividad por Alvaro Massafra), un adolescente un tanto disfuncional como cualquier otro que coquetea con ser parte del mundo del crimen, que en el universo de la película está representado por Gustavo el personaje de Roly Serrano, un proxeneta y capo mafia fanático del vino en caja, un estereotipo con todas la de la ley argentina. La cuestión es si Leandro se arrojará definitivamente, o no, al tentador mundo del crimen que le propone Gustavo.

Lo interesante es que atrás en Lo que no se perdona hay un realizador con unas cuantas ideas claras, que no hace concesiones a nivel técnico con lo cual la película es de una prolijidad irreprochable. La cámara siempre está donde debe, y Barrozo además demuestra virtuosismo y una vocación fundamental por el plano secuencia siempre que es posible, lo cual se agradece.

Los problemas giran alrededor de la presencia de Serrano, no porque su desempeño sea malo, de hecho hace lo que hace siempre, pero la diferencia de tono con el resto de la película, sobre todo con el ascetismo de Massafra, convierte cada una de sus intervenciones en un movimiento de caricatura. Está clara la intencionalidad de estilizar al máximo las nauseabundas cualidades de la personalidad mafiosa del personaje, pero lo cierto es que el resultado queda casi siempre fuera de registro. Es que Lo que no se perdona es un film opresivo y silencioso al cual le introdujeron la intensidad de un personaje televisivo de Polka, como si El bonaerense fuera interpretada por Suar y Cabré.

En el resultado final también notamos algo de lo que mencionamos al principio, pasada la primera media hora el film se vuelve un poco previsible, y el argumento queda demasiado flaco. Los personajes se estancan en un mini-limbo del que sólo despiertan para la resolución final donde se volverán a poner en juego la moral de las calles y los códigos del hampa. El giro final no re-significa todo el film, pero nos da una sorpresa amarga y agradable.

Y sí, aunque el film de Barrozo no termina de despegar nos da algo de eso que nos gusta reclamar, cine de género entendido y reformulado desde la mirada local, que se diferencia, por ejemplo, de gran parte del cine de género de terror autista y nefasto que aparece de vez en cuando en las salas de nuestro país. Si no me creen vean la horrible 5 A.M. o El muerto cuenta su historia y sabrán de lo que hablo.