Un relato de género que no consigue despegarse de las marcas de origen
Este film comienza con una cita de Sigmund Freud en relación con el concepto de lo siniestro como aquello que "debiendo permanecer oculto se ha manifestado". Así queda expresamente manifiesta la intención de realizar una película de terror psicológico recurriendo a la fuente académica más autorizada y conocida. Se trata de explorar cómo los secretos de la infancia, la tragedia reprimida, afectan la vida actual de Clara, una mujer que sufre por el maltrato de su marido y unas pesadillas que representan imágenes terroríficas que podrían tener que ver o no con su pasado. Un pasado que se inmiscuye en el desarrollo de la trama como viñetas que muestran a dos nenas, hermanas, cuyos juegos terminan muy mal cuando caen en un pozo en el sótano de la casa de sus abuelos, escenario claustrofóbico y de abandono propio de los malos sueños de la infancia. Mientras un hombre las busca, ellas intentan consolarse mutuamente, aunque está claro que una tragedia está a punto de ocurrir. A esa misma casa volverá Clara (Paula Siero) buscando resolver incógnitas de su pasado, que la muerte de su madre y unas cartas llegadas desde el pueblo costero Mar Sereno dejaron sin responder.
Utilizando todas las herramientas visuales de género que el espectador reconocerá inmediatamente, el director debutante Sergio Muzarek no consigue aportar demasiadas novedades estéticamente a este tipo de historias, bastante transitadas antes.
Con el aporte del interesante trabajo de Siero y la participación de Luis Ziembrowski como un inspector de policía que intentará ayudar a la protagonista, el film consigue momentos prometedores, cierta ambigüedad en el relato que el propio guión ignora. La posibilidad de que todo lo que se ve sea creado por Clara, tan perturbada por la violencia a la que su esposo (Carlos Echevarría) la somete cotidianamente, se insinúa y abandona para seguir el camino más obvio entre las posibilidades narrativas.
Entre luces que parpadean, escaleras que rechinan, una visita a la morgue y otra a un hospital psiquiátrico donde un personaje insinuará la resolución de un misterio que a esa altura el espectador habrá adivinado por su cuenta, Lo siniestro acumula marcas, huellas que hablan de un verdadero conocimiento del género del terror, del relato de fantasmas. Y tal vez el exceso al exponerlas sea la mayor debilidad del film, que, como algunos de sus personajes más macabros, queda atrapado en las mismas raíces que le otorgan su identidad y su origen.