Espiar el mundo femenino
Ligera, eficaz y con buenos protagónicos resulta esta comedia belga de hace un par de años. La realizadora y actriz Van Mieghem toma como centro a cuatro mujeres: una madre, sus dos hijas y una joven tía para contar las idas y vueltas con el amor, el sexo, los afectos y la búsqueda de la felicidad.
Locamente enamoradas tiene un packaging visual estilizado, que a la directora le sirve para jugar con las imágenes a través de efectos que jamás logran incomodar al espectador. Ese trabajo desde el aspecto visual, con bastante de envoltorio de película high-class, se contrapone al tono del relato, oscilante entre la comedia ligera y el drama en clave menor que viven las protagonistas. La madre, recién separada, pero extrañando y viendo a su ex esposo; la hija mayor, enamorada como una adolescente quinceañera; la hija menor, por su parte, a la espera del primer beso; en tanto, la tía, a punto de casarse pero al borde de la infidelidad antes de la boda. Con estos cuatro personajes, que la directora describe y desnuda en sus mínimos detalles, el punto de vista de Locamente enamoradas es ostentosamente femenino. En oposición, los hombres son exhibidos desde ciertos trazos gruesos, incompetentes ante las mujeres. Pero acaso, allí esté la principal virtud de la película: exhibir al mundo femenino no únicamente desde la comodidad y los clisés habituales. En efecto, Locamente enamoradas no es Sex and The City, por suerte, ni cualquier otro manifiesto misógino contado al revés de la ortodoxia. Film placentero de ver, efímero y sin demasiadas pretensiones. Aprobado