Cuatro mujeres
Hay un cine con mirada femenina que resulta mucho más interesante que esta película de neto corte comercial proveniente de Bélgica, Locamente enamoradas, de la directora Hilde Van Mieghem, una actriz con una importante trayectoria que ahora también se dedica a dirigir.
Bajo un registro que pretende contagiarse de la velocidad de una sitcom como podría ser Sex and the city, las protagonistas de este film coral atraviesan desde diferentes edades el mismo conflicto: los hombres y sus relaciones amorosas.
La que ocupa el centro es Eva (Aline Van Hulle), preadolescente en estado de ebullición hormonal en busca del primer beso y de la experiencia amorosa en general. Sus modelos a seguir son su madre Judith (Veerle Dobbelaerre), actriz cuarentona que tras un fracaso con el matrimonio encuentra refugio como amante de un poeta maduro que no está dispuesto a abandonar a su esposa para que ella ocupe el primer lugar y entonces cansada de jugar el rol de segunda sale en busca de nuevos candidatos, uno peor que el otro.
Completan el cuadro, la media hermana de Eva, una joven que intenta despegarse de la esfera paterna para convertirse en mujer, así como la tía de Eva que pretende quedar embarazada y concibe al sexo solamente desde ese lugar hasta que conoce la otra parte con un colega de trabajo.
Las viñetas que desarrollan situaciones cotidianas como parte del abc del universo femenino exploran temáticas pero de una manera muy superficial a la que se compensa en la vorágine de la trama con algunos recursos ingeniosos desde el punto de vista narrativo, aunque eso no suma demasiado más que nada por las limitaciones del guión y la construcción esquemática de cada personaje, incluido claro está el mundo masculino con todos los lugares comunes a la vista.
La única cuota de transgresión que se puede reconocer en este poco atractivo film belga es la utilización sin especulaciones de los desnudos y las escenas de sexo que resaltan por un lado la femineidad, la sensualidad de sus actrices y por otro la predominancia de lo erótico como parte del amor, sin un enfoque edulcorado o salpicado de moralina.