Locamente millonarios es una de las pocas películas hollywoodenses, realizadas con un reparto íntegramente asiático que se estrenaron en las últimas décadas.
Los antecedentes previos habían sido el drama de Wayne Wang (Cigarros), El club de la buena estrella y Memorias de una geisha, producida por Steven Spielberg.
Desde entonces las historias relacionadas con la comunidad asiática no tuvieron más chances en la producción norteamericana.
Esta película resultó una de las grandes sorpresas taquilleras de este año en Estados Unidos y eso contribuyó a que su exhibición se expandiera internacionalmente.
El director John M.Chu, responsable de G.I.Joe: Retaliation y la abominable adaptación de Jem and The Holograms en este caso ofrece la clase de comedia que podes encontrar a patadas en la programación de Netfix.
La verdad que más allá de algunos méritos en la puesta en escena, no hay nada novedoso o especial que pudiera diferenciar a esta propuesta de otras historias similares.
La trama trabaja uno de los conflictos más trillados del cine asiático que suele repetirse hasta el hartazgo con dos arquetipos clásicos de personajes.
La chica de clase humilde con corazón de oro y el galán multimillonario que casi siempre es el futuro heredero de una corporación y tiene una madre o tía dominante.
La película de Chu repite esta cuestión en un relato que encuentra su principal atractivo en la descomunal puesta en escena, donde se retrata el excéntrico mundo de excesos en el que se desenvuelve el galán de la historia y sus amigos huecos.
El eje del conflicto, más que en el romance, se centra en los esfuerzos de la futura novia por adaptarse a una clase social diferente.
El problema con esta película, que en lo personal me aburrió bastante, es que los personajes principales son tan superficiales como el ambiente que los rodea y cuesta conectarse con ellos.
Sobre todo por el hecho que la química entre Constance Chu y Henry Golding es inexistente y uno los compra como pareja porque así lo determina el argumento y el póster promocional.
Juntos conforman una pareja insulsa que no transmite nada y por ese motivo los personajes secundarios terminan siendo más atractivos.
Sobresalen especialmente Michelle Yeoh, como la suegra de clase alta desconfiada que no ve con buenos ojos a la futura esposa de su hijo y la comediante y rapera Awkwafina (Oceans´8), quien brinda los momentos más graciosos como la mejor amiga de la protagonista.
La labor del director Chu sin duda le hace justicia al título de su obra pero no hay mucho que eso.
Millonarios excéntricos con vida superficiales que entienden que la unión de una pareja es una simple transacción comercial.
Tal vez el público aficionado a las telenovelas turcas de gran producción o los reality shows de Kim Kardashian le encuentre un mayor atractivo a esta propuesta donde el romance en realidad brilla por su ausencia.