EL REENCUENTRO CON UNA VIDA
El desarrollo de una historia que mantiene los mismos recursos narrativos que otras estrenadas en el pasado tiene que presentar un atractivo que fundamente el disfrute de la misma y en esta oportunidad hay dos factores que cumplen dicho propósito: las actuaciones y la música.
En el pasado Bad Blake fue un exitoso y famoso músico country, hoy está en el borde de superar la década de los cincuenta, alcohólico, sin trabajo, viviendo de las migajas que pequeños shows le ofrecen y sin un rumbo destinado para su vida. Con la ayuda de una periodista y un músico amigo él va a trata de cambiar y salir adelante.
El tipo narrativo que se presenta en esta cinta es poco original y repetitivo si se tiene en cuenta que “El Luchador“, película estrenada con casi un año de anterioridad, desarrollaba exactamente lo mismo: un hombre enfermo que juega con su vida y que decide abrir los ojos para poder disfrutar de sus “últimos” años. En ese punto el film no es llamativo, es previsible y poco sorpresivo.
Pero existe, tal como en la película antes mencionada, un nivel actoral que en cierta manera hace olvidar al espectador de las arbitrariedades del guión para así hacerlo sumergir en la historia de vida del personaje principal. Jeff Bridges encarnó a Bad, le dio vida y esperanza y cada expresión o sentimiento encontrado en su desarrollo, gracias a su labor, se transmite perfectamente hacia el público. Excelente actuación, fuerte y muy dedicada, que hace de una simple línea un discurso profundo y emocionante. Maggie Gyllenhaal, quien logra destacarse en muchos momentos, triunfa gracias a una naturalidad impresionante que desborda en cada una de sus escenas. El amor y ese final melancólico están interpretados perfectamente por dicha actriz. Colin Farekl, que no tiene muchos momentos frente a la cámara, hace un correcto trabajo, principalmente hacía el final de la cinta.
La segunda característica que logra destacarse dentro de la simplicidad de la historia es la música. Esta se mimetiza con el personaje y empieza a caminar por la misma senda que Bad en la película. De una música country apagada y sin energía se pasa a un concierto sonoramente bellísimo con una canción final (”The Weary Kind”) que emociona y pone en evidencia la superación del protagonista. Bellas composiciones musicales.
La fotografía es correcta y poco destacable en muchos momentos; la edición buena y el trabajo de dirección logra mostrar en todo momento las intenciones del guión (perdida del pequeño Buddy).
Si bien la película no es novedosa y desarrolla la misma historia de vida que otras cintas del género pero cambiando el nombre del protagonista, la calidad actoral, el suspenso y el drama creado en muchas escenas y la bella música que acompaña la narración hacen de este film una experiencia recomendable y natural. Tiene errores, pero están muy bien camuflados.
UNA ESCENA A DESTACAR: final