Una película chiquita que se agiganta debido a la descollante performance de Jeff Bridges, también justo merecedor del Oscar tras cuarenta años de carrera y en el silencio absoluto para la Academia. Si bien la historia transita por la carretera de los lugares comunes, la sólida dirección de este joven debutante la sostiene en velocidad crucero sin exabruptos y con algunos momentos de verdad que arrancan el aplauso, coronados por una excelente banda sonora...