Loca tu forma de ser
Surly y su grupo de ardillas se han adueñado de la tienda de nueces que les provee de innumerable alimento sin esfuerzo alguno. Esta vida de excesos les ha hecho perder el carácter y han ido abandonando sus costumbres naturales de recolección para los tiempos difíciles. Andie, que no ve con buenos ojos estas conductas, se esfuerza en enseñar a las nuevas generaciones el valor del trabajo y el esfuerzo en nombre de una naturaleza animal que le es propia. Sin embargo, sus intentos son inútiles, pues la facilidad para obtener un alimento en exceso, variedad y calidad, resulta demasiado tentadora para todos. Pero como ocurre con todo lo bueno la tienda de nueces también llega a su fin, y como consecuencia de la negligencia de las ardillas la caldera explota destruyendo por completo el almacén de nueces. Incidente que obliga a Surly y las ardillas a enfrentar el problema imperioso de la escasez de alimento.
Mientras tanto, el relato nos presenta a un corruptísimo alcalde que no conforme con la riqueza que ha obtenido, e indignado por las ganancias que no consigue del parque público donde viven las ardillas, propone un proyecto de un parque de atracciones que significará la destrucción inminente del hogar de Surly, Andie y sus amigos.
En 2014 en el sitio El Qiibo, un tal El George se pronunciaba respecto de Locos por las nueces 1 del modo siguiente: “Podemos decir lo que queramos sobre Disney pero, si algo aprendimos de sus excelentes filmes de animación es que las mejores son aquellas que divierten a niños y padres por igual. De vez en cuando surge una que envía un mensaje que toca a todos, entretiene y enseña. The Nut Job, no es esa película.”
Y Locos por las nueces 2 sigue sin ser esa película.
El principal problema del relato es la torpe línea narrativa del alcalde y su odiosa hija, cuyos personajes más delineados y extremadamente unilaterales no permiten ni empatía ni una hilaridad suficiente como para justificar sus existencias ficcionales en el conjunto de la trama.
La estrategia didáctica que los realizadores han escogido para ilustrar hasta dónde llega la corrupción del personaje resulta tan inverosímil que es imposible creer en ella siquiera como posibilidad. Y esto lleva a una de las más grandes inconsecuencias del relato en el momento del desenlace; se nos muestra a un personaje autocrático, dictatorial, con un poder sin límites. Tan ilimitado es su poder que ha podido destruir un parque público, sin una razón de peso, pero por si ello no fuera suficiente el proyecto del parque que implementa es tan evidentemente criminal (debido a la ausencia de medidas de seguridad adecuadas en las atracciones y los materiales deteriorados o directamente inadecuados que ha empleado para su construcción), que sólo se explica adjudicándole un poder absoluto. Y nosotros como espectadores debemos creer que a ese señor de poder ilimitado lo detiene un policía sólo como por acto de magia. El mismo deus ex machina que lleva a que explote la tienda de nueces, para que Surly y sus amigos no deban enfrentar realmente una decisión difícil en torno a sus vidas.
El conjunto del film es poco orgánico, y la principal razón de ello es que no asume su propia premisa, ni del modo en que hubiera resultado más dramático (sin la explosión de la tienda, por ejemplo), ni del modo en que se presenta la situación finalmente. En lugar de desarrollar el problema de cómo reaprender a vivir en comunidad en la naturaleza, a trabajar para obtener los frutos, y no esperar que caigan sin esfuerzo, el relato abandona la única temática interesante que el film ha propuesto. Interesante, no original, pues en definitiva no deja de ser -en cierto aspecto- esa fábula de la cigarra y la hormiga. Si a ello le agregamos que el conflicto conque se desplaza el film está mal expuesto, se arriba a la conclusión de que la película se ha quedado sin ideas en su primera mitad.
En cuanto al resto de los personajes, Surly y Andy carecen del atractivo suficiente para sostener sobre sus hombros el conflicto de la película, y si a ello le agrego el problema de los caracteres del alcalde y su hija que ya he mencionado, se explica que los únicos personajes que resultan medianamente admisibles sean los secundarios: Preciosa, Frank y el líder de los ratones. Pero una película no puede justificarse por sus roles secundarios; éstos resultan una estrategia siempre atractiva que fortalece y enriquece una trama central fuerte, generalmente desarrollada por protagonistas de un tono más serio y bien delineados. Cuando la trama central se debilita, la estrategia es tanto como querer sostener una casa por medio de los objetos que adornan las paredes, prescindiendo de los pilares y la base.