Cuando su tienda de nueces abandonada es destruida, la ardilla Surly y sus amigos deben volver a su parque, pero pronto se dan cuentade que el santuario está amenazado por el alcalde corrupto de la ciudad. Con los animales, personajes pobremente definidos, saltando de un sabotaje a un rescate, en carrera permenente, la película se hace larga y el humor funciona apenas.