Locos por los votos

Crítica de Jonathan Santucho - Loco x el Cine

Los candidatos del miedo (y de la risa).

En papel, la idea parecía un éxito asegurado: aprovechar el clima de las elecciones presidenciales estadounidenses para enfrentar en la pantalla grande a dos de los actores más representativos de la llamada ‘nueva comedia americana’, bajo la dirección de un realizador con experiencia en la parodia y el análisis político, y con la producción de un experto a la hora de mezclar risas con comentario social. Lamentablemente, Locos por los votos (The Campaign, 2012) falla a la hora de cumplir estas expectativas, aunque logra sacar suficientes carcajadas para entretener por un rato.

Para el congresista Cam Brady (Will Ferrell), representar a su pequeño distrito de Carolina del Norte es un voto cantado. Tras cuatro mandatos seguidos y sin ninguna oposición, el candidato demócrata se confía demasiado acerca de ser nuevamente reelecto, lo que lo lleva a descuidarse y revelar un affaire con una de sus seguidoras. En el medio del escándalo, los multimillonarios hermanos Motch (Dan Aykroyd y John Lithgow) deciden usar la ocasión para impulsar a un postulante propio, alguien para usar como títere en sus planes corporativos. ¿El elegido? Marty Huggins (Zach Galifianakis), un ingenuo guía turístico. Con la campaña en marcha, los oponentes están dispuestos a ganar, pero con el paso de las semanas, surge una pregunta: ¿en qué punto van a parar?

Dirigida por Jay Roach (responsable tanto por las comedias de Austin Powers y La Familia de Mi Novia, así como por los films electorales Recount y Game Change), y con parte de la producción saliendo de Adam McKay (quien ya había criticado fuertemente las movidas de la clase alta ejecutiva en Policías de Repuesto), la película inicia prometiendo una ácida mirada a las intenciones que corren detrás de las acciones democráticas, con una buena dosis del humor políticamente incorrecto que identifica a los responsables de El Reportero: La Leyenda de Ron Burgundy.

Pero, mientras avanza la producción, se va abandonando la sátira, mientras que el contenido irónico y la irreverencia van lentamente desapareciendo, dando lugar a muchas escenas que se sienten formulaicas y vacías. Claro, ocasionalmente hay una buena escena que mueve las cosas (como aquellas en las que presentan sus anuncios para ensuciar a los contrincantes, llevando a acusaciones cada vez más bizarras), pero la mayoría del tiempo el humor (que a menudo parece improvisado) se siente forzado y extendido, perdiendo su gancho.

De todas formas, las actuaciones de Ferrell (que mezcla su imitación de George W. Bush en Saturday Night Live con algunos toques de Ron Burgundy) y Galifianakis (reciclando su interpretación hecha en Todo un parto) mantienen a la producción interesante, en un duelo que deja que muestren el talento que los caracteriza. Acompañándolos en la comedia están Jason Sudeikis y Dylan McDermott (como los managers de ambos aspirantes); extrañamente, el segundo resulta ser la revelación humorística del film, robándose todas sus escenas junto a los protagonistas.

Considerando todo, Locos por los votos se queda a mitad de camino. Si bien no tiene la misma mordida que los proyectos anteriores de sus responsables, el dúo de Ferrell y Galifianakis, así como un par de momentos acertados, hacen que el resultado final valga la pena. Veanla, que no los va a defraudar.

@JoniSantucho