Una farsa de la vida
Las parodias de las luchas electorales tienen distintos significados, según las épocas y las regiones del mundo. En el filme de Jay Roach los elegidos son dos arquetipos del mundo norteamericano: un profesional político y otro que llega a la disputa electoral casi a los empujones. Sobre esa base, el director intenta construir una comedia reidera que logra algunos puntos altos aunque, en general, apunta a un público poco pretencioso, más proclive a la risa fácil. ?Los roles centrales abordados por Will Ferrel (el demócrata Brady), un comediante que más allá de algunos chispazos, no consigue sorprender y se muestra demasiado acartonado; y Zach Galifianakis (el republicano Marty Huggins), que consigue los mejores momentos de la película asumiendo el rol de un hombre que debe internarse por caminos que desconoce por completo.???El filme no llega a la categoría que otros cineastas —como los italianos, por ejemplo— han podido retratar con mayor patetismo y humor. En “Locos por los votos” el tema político tiene una influencia demasiado sesgada. Sólo pueden rescatarse fugaces situaciones reideras montadas en una historia que no llega a las salas en el mejor momento político de la Argentina.