La comedia familiar argentina y un nuevo golpe bajo.
El Zoológico más loco del mundo
De los productores de Bañeros 4 y La Patota, llega una nueva película que invita al debate. Aunque esta vez no será sobre la justicia, la desigualdad social o la violencia de género, el debate en cuestión será sobre el estado actual de la comedia familiar argentina. Un género que parece involucionar con el correr de las décadas, y que sirve como excusa a los productores para entregar productos apresurados y de bajísima calidad. Porque, claro, ¿que entienden los más pequeñitos sobre cine?.
Cuando uno entra a la sala a ver una película como Locos sueltos en el Zoo ya sabe lo que va a encontrar, caso contrario, el logo de Argentina Sono Films con más de 25 años de antigüedad debería ser una señal de alerta. Tan solo un pequeño detalle que no dice absolutamente nada sobre la calidad de la película, pero que nos da un indicio sobre lo que estamos a punto de ver: un producto quedado en el tiempo. Me gustaría decir que ese es el único problema con el film, pero para eso habría que dejar pasar actuaciones berreta de personajes de moda, las burdas publicidades a productos, los homenajes robos a películas norteamericanas y especialmente la falta completa de un guión o peor aun, de sentido común.
La historia es muy simple, los animales del Zoo de Buenos Aires hablan y son muy pocas las personas que conocen este secreto. De casualidad llega a los oídos Alejandro (Matías Ale), un traficante de animales que quiere robarse al gorila del zoológico para luego venderlo a La Vegas y hacer mucho dinero. Para eso contrata a los hermanos Bielsa (Pachu Peña y Álvaro Navia), dos ¿detectives privados? que lo van a ayudar con su plan, mientras que guardias y demás trabajadores del establecimiento (Nazareno Móttola, Emilio Disi, Fabián Gianola y Luciana Salazar) se preparan para presentarles batalla. Si bien no es una historia que busque reinventar el género, podría haber sido suficiente con algo más desarrollo arriba. Pero eso implicaría un mayor trabajo en el guión. Y guión es una palabra que ya no parece formar parte del diccionario de Argentina Sono Films, por lo que a lo largo de 90 minutos (que fácilmente se sienten como el doble) veremos una larga sucesión de reiterativos sketches.
Si creían que la historia era algo similar a la de Una Noche en el Museo, creían bien. Incluso por momentos ni siquiera se intenta esconder que sirvió de inspiración. Los primeros minutos de película son casi un calco: Gregorio (Alberto Fernandez de Rosa) se retira después de muchos años de trabajo y nos confía a los espectadores el secreto de que este no es un Zoo cualquiera, acá los animales pueden hablar cuando nadie los está viendo. Segundos después de esta revelación aparece el personaje de Emilio Disi, el encargado del Zoologico, quien está vestido IGUAL al personaje de Ricky Gervais en el film de Ben Stiller. Quizás esté pecando de inocente, pero me gustaría creer que esto es tan solo una forma de reconocer el homenaje.
De ahí en adelante, los 85 minutos restantes serán un verdadero suplicio. La historia avanza a cuenta gotas mientras vemos una y otra vez los mismo sucesos repetirse en pantalla, en orden aleatorio:
– Pachu Peña y Álvaro Navia intentan de diferentes formas robarse al gorila.
– Matías Ale manipula calentándole la pava a la nueva guardia del Zoo interpretada por Gladys Florimonte.
– Karina Jelinek se saca selfies y roba el chiste de los anteojos para parecer despierto a Homero Simpson.
– Loly Antoniale hace escenas de novia celosa y controladora.
– Nazareno Móttola se golpea mientras descubre que los animales pueden hablar.
– Emilio Disi intuye que algo raro está pasando.
– Marley come bichos e invita a otros personajes a hacerlo también, pero todos huyen asqueados.
– Luciana Salazar y Fabián Gianola se miran con ganas al son de una canción romántica en piano.
– Los animales comentan y hacen chistes sobre todo lo que acaba de suceder, sin interferir en absoluto con el desarrollo de la trama.
Esta falta de imaginación, y pareciera que hasta de desinterés, en el producto terminado, se traduce también a todo lo que vemos en pantalla. La película ni siquiera intenta buscar una razón con cierta lógica en la historia por la cual los animales hablen. Lo hacen porque Gregorio, el guardia interpretado por Alberto Fernandez de Rosa, les leía cuento a la noche y bueno… aprendieron! Los inserts de los animales hablando por momentos son bocas retocadas digitalmente, en otros casos tan solo los animales comiendo o haciendo muecas con el doblaje arriba, y en el peor de los casos hasta emiten palabra sin siquiera estar moviendo la boca. Y lejos de Naufrago y su más sutil publicad a Fedex, toda la película parece (y de hecho ES) un manotazo de ahogado por parte de Zoológico porteño, para dejar atrás la mala prensa y el mal negocio que viene resultado desde hace años.
En definitiva, Locos sueltos en el Zoo es un fiel exponente de lo que viene resultando la comedia familiar argentina desde hace más años de los que me gustaría recordar. Buscando entrar en el espectador de la forma más elemental posible, con comedia física y animalitos hablando para los más chiquitos, y el escote de Luciana Salazar, los pantalones ajustados de Loly Antoniale y el cameltoe de Karina Olga para los más grandotes.
Conclusión
Claro está que peores películas se han hecho (no demasiadas, pero algunas) y que peores películas están por venir, pero eso no debería servir como excusa a Locos sueltos en el Zoo para ser un proyecto tan improvisado y con un burdo mensaje publicitario. Honestamente no esperaba nada más que al menos poder disfrutarla en algún nivel como cine bizarro, rogando que de tan mala sea buena, pero ni siquiera en ese sentido le encontré algo disfrutable. Es una nueva mancha en la filmografía de la alguna vez intachable Argentina Sono Films, y quedará para otro momento la respuesta a por qué Disney y sobre todo Telefe, que tan buen contenido viene produciendo para cine en los últimos años, asocian su nombre a este tipo de cosas.
Probablemente los nenes de hasta cinco años logren encontrarle algún sentido a Locos sueltos en el Zoo y hasta se diviertan, pero hoy en día no podría asegurarlo. Lleve a sus hijos/as bajo su propio riesgo.