Si tenemos que elegir a uno de los X-Men como el más emblemático de la saga cinematográfica, todos los dedos apuntan al Wolverine de Hugh Jackman, que incluso protagonizó sus propios, aunque olvidables, spin-offs, y estuvo en todas las entregas (si bien su aparición en X-Men: First Class sea cuanto menos polémica). Pero, como dijo Vox Dei, "todo concluye al fin" y, tras 17 años de interpretar al tipo de las garras de adamantium, Jackman se despide del personaje. Y lloramos, obvio.
A grandes rasgos, la trama sigue la misma dirección que Wolverine: Origins (2009). En este caso, el estado "Quiero vivir como un humano con carpa" lo tiene trabajando de chofer en el año 2029, siendo uno de los últimos mutantes vivos ya que no hubo nuevos nacimientos mutantes en los últimos 25 años, según nos comenta un demacrado Charles Xavier (Patrick Stewart, quien también se despide de la saga). Con una existencia completamente retirada y lejos de aquel luchador que atravesó incontables guerras (aunque sigue igual de carácter y si lo pinchan, pela garras), este Logan se ve triste, cansado, con problemáticas humanas, como conseguir la medicación para evitar que el Profesor Xavier flipe (con las consecuencias lógicas que acarrea algún ataque de demencia o similar en un mutante de su poderío).
En este mundo donde aparentemente el homo superior ha desaparecido, lo que sigue igual es la tendencia humana a dominar, o en su defecto destruir a quien es diferente. Tal como habían hecho anteriormente con él, Deadpool y Sabretooth entre otros, hay un programa secreto orientado en este caso directamente a generar mutantes en base al ADN de otros mutante; dicho de otra manera, clones entrenados para matar, diseñados como armas y despojados de toda humanidad. Bueno, en el plan original, ¿no es cierto? Porque el "ser humano" no es algo fácil de borrar o controlar.
El objetivo final de la película, y lo que la sitúa en la vereda de enfrente a todas las películas de mutantes que hemos visto, es huir. No hay un conflicto global a gran escala, no hay que salvar a la humanidad ni enfrentarse a un megavillano. Lo importante es preservar la vida propia. Si bien la película hace un hermoso despilfarro de sangre y violencia (está calificada como "R", para adultos) no es una película de acción ni aventuras, sino que se acerca mucho más al drama, a la road movie. Y tiene una fuerte impronta de western: si la saga de X-Men se hubiera llevado al cine en la década del '50, Wolverine sin lugar a dudas hubiera sido John Wayne. El tipo que se esconde detrás de una coraza ruda, que evita involucrarse con su entorno por temor a que salgan lastimados, que sufre de culpa, que arregla los líos de los demás y se aleja de todo para empezar solo, de cero, de nuevo, está en el ocaso de su vida. Y esta consciencia de western está de manera explícita dentro de la trama (no, no voy a boquear de más, ustedes lean que yo les aviso si hay spoilers).
Lo más destacable de la película, además de su corazón, es la violencia y la sangre que desparrama para todos lados. Las garras tanto de Logan como de Laura (la esperadísima aparición de X-23 en la piel de una impecable Dafne Keen) se muestran en todo su poderío mutilando, decapitando, regando de sangre la pantalla. Es un verdadero festín, y no podemos evitar pensar en que es una película digna de Mel Gibson (ojalá dirija la segunda parte de Suicide Squad y arregle la vergüenza de su predecesora).
Y lo más fuerte es que los tipos a quienes se enfrentan son hombres, inferiores genéticamente, armados pero que en el cuerpo a cuerpo parecen portar pistolas de agua. El accionar de los dos mutantes con garras roza el sadismo pero, así y todo, no podés dejar de querer que lo sigan haciendo; es imposible identificarse con los humanos.
La trama es predecible, es como cuando ves una pelicula de terror y al ver una parejita que se va a aparear sabés que la van a quedar. No obstante, lo que la hace grande es la emotividad que destila. Se apoya fuertemente en la empatía que desarrollaste con los personajes de Xavier y el mismo Logan en entregas anteriores. Incluso, puedo asegurar que si no viste ninguna película de la saga (¡hereeeejeee!), los querés igual. Porque la cinta se ocupa de mostrarte pequeños rasgos de humanidad de cada uno que hace que te resulten absolutamente queribles. Y lo mismo opera con los niños, estos nuevos mutantes, sin lugar a dudas el trampolín de los nuevos personajes a una nueva saga.
VEREDICTO: 9.0 - ¡LOGAN, VIEJO Y PELUDO NOMÁS!
No esperen mucha acción, destrucción, ni súper poderes. Sangre y violencia sí hay en abundancia, y es fantástico. Lo que Logan ahorra en espectacularidad lo derrocha en corazón. La película definitivamente cierra un ciclo y Jackman se despide del personaje por la puerta grande; lo vamos a extrañar *se seca las lágrimas y se acuesta abrazando la almohada*