Logan

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Adiós Logan

Logan (2017) probablemente no sea la última película sobre los X-Men pero definitivamente es la despedida oficial de Hugh Jackman en el papel titular. Bautizó al mutante de garras de adamantio hace 17 años en X-Men (2000) y aquí lo interpreta por novena y última vez - un raro ejemplo de finalidad dentro de lo que es el género de superhéroes. Dirigida por James Mangold y escrita por Mangold, Scott Frank y Michael Green, Logan logra trascender su propio género y plantear a un protagonista y un conflicto central de dimensiones humanas.

La historia transcurre en un EEUU post-apocalíptico en proceso de transformarse en un enorme páramo desértico a lo Mad Max. Corre el año 2029 y los mutantes están prácticamente extintos, víctimas de un gobierno fascista. Logan está viejo, enfermo y perdiendo su famosa invulnerabilidad - vemos cómo apenas sobrevive el ataque de una pandilla que intenta robarle de noche. Día a día cruza la frontera con México, donde esconde a Charles Xavier (Patrick Stewart) en unas ruinas industriales. El anciano telépata está cavilando y sus exabruptos de demencia son peligrosos, capaces de detener el tiempo y la vida misma en cualquier momento.

En esto Logan queda a cargo de una joven mutante, Laura (Dafne Keen), aparentemente muda y sola en el mundo. La niña está siendo perseguida por un escuadrón de mercenarios a las órdenes de una farmacéutica - obviamente maligna - llamada Transigen. La identidad y el origen de Laura son puntos que la trama no tarda en revelar pero aquí no vienen al caso: Logan, Laura y Charles terminan emprendiendo un viaje rumbo al norte en busca de un legendario asilo llamado Edén.

Llamar ‘Edén’ a cualquier forma de utopía es el colmo del simbolismo barato, y efectivamente Logan descubre que el destino de Laura - el cual puede o no que exista - ha sido inspirado en la lectura de los cómics de Marvel sobre las hazañas de los X-Men. Logan enfurece, conoce la verdadera historia detrás de esas ficciones. La película devuelve los cómics a su punto de origen: mitos inconsistentes de personajes que no existieron y proezas que no ocurrieron, pero que aún a través de sus falacias inspiran esperanza.

Los villanos incluyen al líder de los mercenarios, Pierce (Boyd Holbrook), persistente y desagradable, y al Dr. Rice (Richard E. Grant) de Transigen, que aparece demasiado tarde y demasiado poco para ser muy efectivo o memorable. Pero el conflicto central no se resume en simples secuencias de acción (las cuales son de lo más encarnizadas). Ésta no es una película sobre superhéroes, sino personas viejas, cansadas, frustradas y desencantadas, humilladas por la gloria que se desvanece y torturadas por sus deficiencias. Logan queda reducido a un héroe de acción endeble y aún entonces su existencia es trágica, porque no tiene por qué pelear. Encara la misión de transportar a Laura con amargura, lo cual genera una dinámica cómica con el senil Charles, quien está encantado de jugar al abuelito e instruir a Laura.

Probablemente esa es la clave de la humanidad de la película - se centra en una “familia” de tres generaciones, en la forma en que se heredan ideales y esos ideales persisten o se convierten en recriminaciones cuando un mundo cruel e injusto los pone a prueba.

Donde la película pierde fuerza es en su necesidad de llamar la atención a las otras películas que quiere imitar y reflejar, como los Westerns de antaño - El desconocido (Shane, 1953) en particular. Es una referencia linda y apropiada pero que se repite ad nauseam y que este film usa libremente (incluyendo en la que debería ser la escena más íntima de la trama) con tal de ahorrarse construir una identidad propia. Esto está lejos de constituir una falla pero en su momento de gloria Logan desperdicia la oportunidad de labrar algo propio.

Hay varias instancias en las que la película podría haberse pulido y mejorado con un poco más de creatividad (frases como “Todo lo que toco muere” deberían ser erradicadas de una vez por todas del manual del guionista) pero Logan no deja de ser un buen ejemplo de cómo hacer una película de superhéroes atrapante y emotiva y con un semblante de conflicto humano en una época en la que el género ha sido sobresaturado hasta el hartazgo. Todo héroe debería tener una despedida así de digna.