Logan se planta como la película mutante definitiva y uno de los mejores exponentes del cine de superhéroes. Profunda, emotiva y visceral, con actuaciones excelentes y un guion correcto que balancea la fantasía heroica con el realismo más crudo.
Complicada es la historia de Wolverine en el cine. El personaje que se robó cada escena y fue lo mejor de la película en cada entrega de la saga mutante original (X-Men, X2 y The Last Stand) tiene una extensa e interesante historia en los cómics. Lo natural para Fox después del éxito de la franquicia X-Men y ver la arrolladora popularidad del personaje era lanzar una saga de películas individuales que adapten el extenso lore del mutante canadiense, pero dichos films no fueron del todo bien recibidos.
La horrenda X-Men Origins: Wolverine (2009) fue tan mala y generó tal caos en la confusa línea temporal de las películas mutantes que debió ser borrada de la continuidad. La segunda aventura en solitario de Wolverine (The Wolverine, 2013) tuvo una mayor aceptación del público y mejor respuesta por parte de la crítica; pero aún faltaba un film que pueda estar verdaderamente a la altura de uno de los mejores y más importantes personajes de la factoría Marvel.
Logan está ambientada en un futuro cercano y post-apocalíptico para la raza mutante. Es el año 2029 y los mutantes están al borde de la extinción. Los nacimientos de nuevos mutantes se han detenido y los restantes fueron cazados y perseguidos. Wolverine (Hugh Jackman) ya no es el indestructible guerrero mutante que siempre conocimos: es un héroe roto en todo aspecto (destrozado física, emocional y espiritualmente) que vive escondido en la frontera entre México y Estados Unidos cuidando de un decrépito Profesor Xavier (Patrick Stewart).
Los años de enfrentarse en solitario a ejércitos enteros y recibir daños mortales constantemente quedaron atrás para Logan. Su factor curativo no funciona tan bien como antes y lucha contra una enfermedad que lo envenena por dentro.
Este es un tema que la película aborda y desarrolla muy bien: el ocaso de los héroes, la enfermedad y vulnerabilidad de aquellos que se creían inmortales, la soledad y el envejecimiento de personajes abatidos y desanimados. Algo que desafía una de las principales convenciones del género de superhéroes, donde se muestran personajes poderosos siempre capaces de lidiar con las adversidades que se les presentan.
Como villano principal vuelve a aparecer la mayor amenaza para los X-Men y la raza mutante: la humanidad. Nada de seres todopoderosos y omnipotentes con deseos de destruir o conquistar al mundo; volvemos a un peligro mucho más real y tangible encarnado por una siniestra corporación responsable de perversos experimentos genéticos con una fuerza de comandos paramilitares a su disposición.
Donald Peirce (Boyd Holbrook) es el engreído y amenazante líder de este pequeño ejército dispuesto a todo para capturar a una misteriosa niña que busca la ayuda de Logan.
Párrafo aparte se merece la debutante Dafne Keen (The Refugees, 2015) en el rol de Laura / X-23. La joven actriz española-británica logra capturar a la perfección el espíritu de un personaje complejo. Una niña reservada con la mirada frágil que evoca una inocencia perdida pero latente, capaz de verse tierna, tímida y explotar en una ráfaga asesina de furia animal de un segundo al otro.
Logan es el final perfecto para la trilogía de Wolverine y para el ciclo de Hugh Jackman en la franquicia X-Men, no solo por su sensación de cierre definitivo sino por el gran nivel del film en su totalidad. La película de superhéroes más emocionalmente lograda hasta la fecha.