Afectos colaterales
Elisabeth vive en la isla Guernsey del Canal de la Mancha donde cultiva su granja. El señor Ousmane es guardia forestal en Francia. Esto se irá sabiendo a medida que un hecho fortuito los cruza. London River , del director argelino-francés Rachid Bouchare, registra la transformación de dos personas que buscan a sus hijos en Londres, después del atentado del 7 de julio de 2007.
La desaparición los pone en otra realidad, paralela a la de tiempo atrás, cuando Jane contestaba el teléfono y Ali era sólo el nombre del hijo de seis que Ousmane dejó en África. La sospecha de una tragedia pone a los padres en contacto no deseado, mientras caminan sofocados por la humedad y la angustia.
Bouchare traza un cuadro en el que la sospecha domina el escenario y los diálogos. Elisabeth se encuentra con el hombre negro mientras la ciudad sale del estupor del ataque suicida y la comunidad musulmana se siente observada. Ousmane (conmovedor el último trabajo del actor de origen malí, Sotigui Kouyaté, fallecido en abril) camina entre los prejuicios, apoyado en su bastón y sus rezos.
Brenda Blethyn logra un personaje extraordinario, que recuerda a la madre negadora de Secretos y mentiras.
Hay algo del tono de Mike Leigh y el modo de asirse al documental que alimenta la ficción de Ken Loach. Pero lo político aparece aquí sin discurso, con tensión de thriller. Estos padres conocen a sus hijos por los indicios de una vida de la que no tenían noticia. El espectador los acompaña en la odisea. Ése es el costado emotivo, sin sentimentalismos. ¿Sabemos quiénes son las ?personas que amamos? “La verdadera felicidad es amar la vida”. La frase une a tantos dolientes, víctimas colaterales de la locura que no discrimina lenguas ni creencias.