Llórame un río
Elizabeth Sommers (Brenda Blethyn), viuda de un marino muerto en la guerra de Malvinas, trabaja incansablemente y casi siempre en soledad en su granja, situada en una de las islas del canal de la Mancha. Una mañana de julio de 2005, la noticia de los atentados terroristas en Londres sacude su mundo. Cuando cae en la cuenta de que su única hija, que reside allí, no le devuelve los llamados, deja su casa y su vida en la isla para ponerse en contacto con ella. En el fondo, Elizabeth está convencida de que la encontrará sana y salva. Pero cuando llega a la casa de Jane se da cuenta que prácticamente no conoce nada de la vida actual de su hija, y la inquietud va en aumento cuando se suma otro factor: Ousmane (Sotigui Kouyaté) el padre del novio musulmán de Jane, toda una novedad para Elizabeth, que es una madre protestante muy tradicionalista.
Por su extrema y aún así respetuosa sensibilidad, esta cinta de Rachid Bouchareb se posiciona como uno de los más logrados dramas cinematográficos en lo que va del año, muy cerca de la cadencia narrativa de "Goodbye Solo" aunque más eficaz en términos de identificación del espectador por su apelación al criterio de proximidad. La trama se inserta en los sucesos trágicos del subte de Londres, ocurridos en julio de 2005 y que costaron la vida a 56 personas.
La dupla protagónica se luce de manera sobresaliente, sin sorpresas en el caso de Brenda Blethyn (una madre a la que dan ganas de abrazar y contener pese a que se hace fuerte en la soledad) y con el agradable plus de reencontrar a un intérprete como Sotigui Kouyate ("Negocios entrañables"), en el rol del padre ausente que se redime mediante la búsqueda de un hijo al que no ha visto en años, del que ni siquiera conoce el aspecto actual.
La mayor virtud del realizador es plasmar con bastante acierto el ambiente inmediatamente posterior a los atentados, los diferentes ámbitos (hospitales, jefatura de policía, el barrio musulmán) y en menor medida la relación titubeante de los personajes protagónicos entre sí. En este punto queda claro que los dos actores se cargan al hombro una trama llena de lugares comunes y algunas secuencias de diálogo un poco inverosímiles o forzadas, lo que aligera notablemente el peso de una trama por momentos abrumadora.
Las secuencias de inicio y cierre son hermanas en su composición y en el aspecto metafórico y no conviene revelar detalles; baste aclarar que el final tiene una potencia que justifica sobradamente la recomendación para ver este filme.