Un film marcado por la angustia muestra una búsqueda desesperada y una verdad insoportable. Elizabeth Sommers, encarnada por Brenda Blethyn y el señor Ousmane –en una interpretación excepcional de Sotigui Kouyate- pertenecen a culturas y religiones absolutamente diferentes. Inglesa y protestante ella, africano y musulmán él, comparten la terrible experiencia de no saber en dónde están sus respectivos hijos (Jane y Alí). Elizabeth contactó a Jane por última vez dos semanas antes del comienzo de la historia; Ousmane no ve a Ali desde que este tenía seis años, pero su madre le pide ayuda porque no tiene noticias de él desde hace varios días.
La historia se desata a partir de los atentados ocurridos el 7 de julio de 2005, en los que extremistas suicidas hacen explotar bombas en medios de transporte público en Londres. A partir de allí comienza una búsqueda que parece interminable, pero con una luz de esperanza siempre prendida.
Es entonces cuando Sommers y Ousmane se cruzan, se desencuentran, se juzgan, se comprenden, se acompañan. Y comparten los peores días de sus vidas.
London River es un film de búsqueda en muchos sentidos: de los hijos desaparecidos, del equilibrio, de la tolerancia y de la fuerza interior. Los dos protagonistas son completamente dispares entre sí; sin embargo, de a poco descubrirán que esas diferencias son justamente lo que juntas los hace fuertes y capaces de seguir adelante.
Una película dolorosa, inquietante; una historia posible. Con excelentes actuaciones y un ritmo adecuado a la historia, London River no tiene desperdicio.