Lo peor de ser “crítico” de cine o mero cinéfilo que va a ver cualquier cosa que se le cruza por el camino es el deja vu.
Encontrar propuestas que a pesar de atraparle, estar sobriamente interpretadas y dirigidas, dan la sensación de haberse visto previamente… está sensación va acompañada de un presentimiento, que el cinéfilo tiene acerca de cómo va a terminar el realizador la historia. Es saber cazar los códigos, los tiempos, encontrarle el truco a la estructura dramática.
Es por eso, que London River, nueva película del director Rachid Bouchareb, de rica filmografía (Días de Gloria) no puede disfrutarse plenamente, ya que guarda similitudes con varias propuestas similares, y que fueron vistas hace poco tiempo en la cartelera.
Se podría emparentar con Al Otro Lado (Fatih Akin, 2007) o alguna película que ahora no se me viene precisamente a la memoria, relacionada con el 11 de Septiembre en Nueva York.
Elizabeth (Blethyn) es una mujer de 60 años, cuyo esposo murió en la guerra de Malvinas. Ella vive en un pequeño pueblo inglés con riscos y bosques. Sigue las tradiciones típicas rurales. Va a la iglesia todos los domingos, trabaja como agricultora en su jardín. Su hija, vive en Londres. Cuando estallan las bombas del atentado del 2005 en la estación de tren y el colectivo en Londres, tiene un mal presentimiento, y ante la falta de respuesta de su hija, decide salir a buscarla. Situación similar le pasa a Ousmane, un inmigrante del norte de África, que vive en Francia. A pedido de su ex esposa, sale a buscar a su hijo que estudia en Londres, y al que no ve desde que tiene 6 años, tras abandonarlo. Ambos caminos convergen en medio de comunidad musulmana londinense. Pronto, se dan cuenta que ambos chicos se conocen previamente y deben buscarlos juntos.
Sino fuera por las excepcionales, sutiles, austeras, creíbles y emocionantes interpretaciones de Blethyn y Kouyaté (ganador al mejor en Berlín 2009) es posible que la película no trascienda demasiado. Las situaciones que Bouchareb crea para ambos personajes es la más convencional, aún cuando no dejan de tener un contexto verosímil y contemporáneo: Elizabeth se comporta de forma prejuiciosa, no entiende como su hija, puede involucrarse con un joven negro y aprender árabe. Su mente conservadora se irá abriendo a medida que avance su relación con Ousmane, quién, a pesar de aspecto físico, que atemoriza a Elizabeth, termina siendo un alma gemela, un personaje emotivo, cálido y de comportamiento más razonable que el de ella .
Bouchareb trata de construir un típico relato del cruce de dos mundos distintos, pero a la vez con demasiadas similitudes en principios más básicos como la formación de una familia y educación. Los prejuicios, la discriminación son los temas principales de la narración pero nunca subraya sobre ellos, ni da un discurso obvio. Trata de manejar el dramatismo con un pulso firme, sin que se desborde a lo lacrimógeno, pero también atento a mantener la tensión, procurando que nunca la relación entre ambos personajes divague hacia vínculos románticos, y así caer en el lugar común.
A pesar, de que trata de evadir los clisés, y aún con un tono solemne y austero, no puede evitar que el río siga su curso natural y termine en un final previsible. El desenlace, igualmente es coherente con el resto de la narración y muestra la diferencia entre ambas culturas.
Construido sobre los pilares del relato cuya moraleja, es aprender a no discriminar, y que no importa cual sea la religión o raza de cada persona, todos nos relacionamos de la misma manera, tenemos los mismos sentimientos… o sea básicamente somos todos iguales, London River, es una película que da la sensación que ya vimos varias veces, pero con una narración sólida, personajes creíbles, diálogos que no suenan forzados; es visualmente impecable y, por supuesto, destaca gracias a las impresionantes actuaciones de la pareja protagónica.