Luego del inesperado éxito de la primer parte, Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen), esta continuación tiene como nueva locación a Inglaterra y recibe el título de Londres Bajo Fuego (London Has Fallen). Otra vez con Gerard Butler, Morgan Freeman, Aaron Eckhart, Angela Bassett, con las nuevas adiciones de Charlotte Riley, Jackie Earle Haley y Colin Salmon.
Londres Bajo Fuego tuvo un comienzo de producción difícil, ya que el director original, Antoine Fuqua, se retiró del proyecto. Luego el realizador Fredrik Bond lo reemplazó, pero a último momento también se dio de baja, y a sólo seis semanas de empezar a filmar. El último de la fila fue Babak Najafi, que tuvo que comenzar a grabar sin Butler, ya que estaba en rodaje en otro proyecto. Londres Bajo Fuego, en resumen, se filmó en poco tiempo, con menos presupuesto que su antecesora, un director ignoto y múltiples problemas de producción. Y se nota.
Estamos ante una secuela visualmente inferior a la original, lo cual resulta extraño teniendo en cuenta que la locación es una de las capitales más reconocidas del mundo y esto hubiese permitido, cuando menos, ampliar el concepto. El largometraje tiene menos secuencias visualmente espectaculares (exceptuando un ataque nocturno hecho en un plano secuencia muy interesante) que su antecesor y utiliza un estilo fotográfico poco distintivo que dificulta el visionado de la película.
Por otro lado, el uso extremo de violencia y de la falta de corrección política hacen de Londres Bajo Fuego un film distintivo en el panorama actual de películas de acción cuasi infantiles y plagadas de superhéroes. Otra cualidad a destacar es la reducida duración, unos meros 99 minutos, lo cual es extremadamente inusual en el cine de hoy en día.
Londres Bajo Fuego es un producto mediocre (más de lo usual para el género), en parte debido a un guión rutinario y el flaco favor por parte del estudio al no darle un presupuesto más abultado, para así convertir a un modesto film de acción en uno con una apariencia más propia de un blockbuster. A su favor, como mencionamos anteriormente, la película resulta ser un entretenimiento violento, con un tono casi ofensivo para los que rinden culto a la corrección política, y con una duración escueta, lo cual hace recordar a los trabajos de acción de los '80s y '90s.