Longchamps

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

El segundo proyecto de Andrés Andreani luego de Nova fue realizado en una sola jornada de rodaje, con 8 cámaras y con un equipo de 45 personas dispuestos a vivir una experiencia extrema.

Esta historia coral comienza cuando dos espías húngaros hacen caer por error un satélite norteamericano lo que genera el estallido de la tercera guerra mundial. El planeta se encuentra incomunicado y 24 personas que pertenecen a diferentes orígenes asisten a lo que supone es una fiesta en una casa en las afueras de la ciudad.

Cada uno de ellos tiene diferentes objetivos y están en la búsqueda de diferentes cosas: una partitura de Béla Bartok, que supuestamente fue escrita para Turandot de Puccini, dos bananas, una mujer se pasea con una torta buscando a otra, una mujer busca a su padre que la ato para enterrar no se sabe que…. Y así con respetables actuaciones prosigue un film cuyas marcas son la experimentación y la improvisación como estrategia que genera extrañamiento y produce tensión y suspenso.

Arriba alguien toca música, mientras el caos y el desconcierto crecen de pronto… alguien sugiere hacer un voto de silencio hasta que termine la guerra?

Una historia fantástica, absolutamente disparatada, que esta planteada como en diferentes dimensiones y que da cuenta de un trabajo previo con los actores. Los que son en su mayoría profesionales argentinos y de Francia, Italia, Suecia, Estados Unidos y China) y pertenecen que tanto al teatro, como a la televisión y al cine.

Longchamps valida la procedencia y trabajo de su director con las Artes Dramáticas y Plásticas quien va a la búsqueda de la experimentación contra viento y marea.

La pregunta que resuena a modo de metáfora es ¿podrá alguien más que Béla Bartok salvar el mundo en este paraje de Lonchamps?