Muerto al llegar
No es habitual encontrar una película con tantos elementos reconocibles (de otros exponentes clásicos del género, sí, pero también de la literatura fantástica) como Looper: Asesinos del Futuro que sin embargo triunfa en despegarse del pelotón debido a la audacia e inteligencia puesta de manifiesto por el autor y director Rian Johnson. La lista de referencias es larga y Johnson, el creador de ese rarísimo homenaje al filme noir que es Brick (2005), no se pone colorado de meter en la misma coctelera a Terminator, 12 Monos, Scanners: Los Amos de la Muerte y Niños del Hombre, entre otras obras. Lo remarcable, en todo caso, es la originalidad volcada en un relato que, como quedó dicho, si bien recicla de otras fuentes lo hace con una inspiración inusitada. Looper: Asesinos del Futuro contiene escenas de acción y violencia pero básicamente es una historia de personajes bien delineados, con un trasfondo de ciencia ficción atrayente y un tercer acto que abunda en climas enrarecidos. No es el típico blockbuster del verano, precisamente.
De hecho otra particularidad del guión es que transcurren dos tercios del metraje en un ambiente urbano para concluir en una granja lejos de la ciudad y con una fuerte connotación onírica. Los roles principales están a cargo de Joseph Gordon Levitt, Bruce Willis, Paul Dano, Piper Perabo, Noah Segah y el inmenso Jeff Daniels pero recién con la aparición de Emily Blunt y el niño Pierce Gagnon en el último segmento de la trama se consolida de manera satisfactoria el intrincado argumento (más por la cantidad de derivaciones y ramificaciones que surgen si se analizan las paradojas temporales que por la intención de Johnson). Si los dos primeros actos llevan a pensar en un thriller noir futurista con algún sesgo de imaginación deslumbrante la parte final provoca una deliberada ruptura en la narración tal como ocurriera en el fantástico segundo acto de Testigo en peligro (John Book conviviendo con los amish). Y digo que hay una evidente imaginación porque la premisa de que la mafia del 2072 haga viajar a sus condenados a muerte al 2042 para ser exterminados por asesinos a sueldo, los “loopers” del título, creo merece ser reconocida como tal. Lo bueno de Rian Johnson es que asume riesgos, no le da nada por sentado al espectador y trabaja muy bien con la ambigüedad a través de las emociones. A diferencia de otros prductos, aquí todo es ambiguo hasta que deja de serlo. La historia no queda inconclusa ni te deja furioso por malas decisiones creativas. Es más de lo que se le puede exigir a Hollywood hoy día: una película que estimula las neuronas del público es como hallar un animal en extinción a la vuelta de la esquina. Extraño pero, creer o reventar, nada imposible…
En el 2042 la solitaria vida de Joe (Gordon Levitt) como hitman cambia drásticamente al no poder ejecutar a su alter ego adulto (Bruce Willis, espléndido) que se da a la fuga. Perseguido por sus antiguos empleadores, Joe intenta encontrar a su otro yo para cumplir con el mandato y así ser condonado. Claro que esto es más fácil concebirlo que cumplirlo porque el viejo Joe tiene una agenda propia para llevar a cabo en esa línea temporal. Esa misión es tan extrema como para reforzar en el joven Joe, aún más si cabe, la idea de asesinarse a sí mismo. Una propuesta bizarra por donde se la mire por más implausible que parezca. Looper: Asesinos del Futuro de haber sido filmada por Quentin Tarantino en este momento se estaría vendiendo por la crítica como una obra maestra que se nutre de aquí, allá y más allá para dar forma a algo con identidad propia, mucho sentido del humor y un vuelo poético virtualmente desconocido para el género. De más está decir que es uno de los mejores títulos estrenados en lo que va del año. Rian Johnson puede dormir sin frazada: Looper llegó para quedarse…