Futuros eran los de antes
Todo lo que empieza tiene que terminar. La ciencia ficción basada en teorías futuristas empieza a agotarse. A menos que se agarren cuentos o novelas inéditas de Phillip K. Dick o Isaac Asimov, el género fantástico debería empezar a renovarse y no inclinarse continuamente hacia las mismas visiones pesimistas futuristas. Las ciudades arrasadas, marginalizadas, clases sociales extremas… son un futuro tan posible como demasiado visto en los últimos años. La inclusión de una vuelta de tuerca con viajes temporales en el medio, no hacen de Looper una propuesta tan novedosa o inteligente como se preveía.
La premisa prometía cierta originalidad. Es el año 2044 y todavía no se inventaron los viajes en el tiempo, sin embargo treinta años después no solo existirán, sino que estarán prohibidos y lo usarán solamente los mafiosos para deshacerse de víctimas. De esta manera, mandan al condenado atado y con la cara tapada al pasado, y un “looper” lo mata de un balazo limpio. Después se deshacen de los cuerpos. Limpio y legal. No se puede acusar de asesinar a alguien que no es del presente. La única claúsula del “looper” es que su tiempo termina, cuando mata a su “yo” del futuro, por lo que recibe una rica indemnización.
Joe, un “looper” joven y soñador, se enfrenta a su Joe treinta años más viejo y con el rostro de Bruce Willis. Imposible matarlo. Bruce como siempre, se escapa de su Joe joven y sale en la búsqueda del hombre que está matando a todos los “loopers” del futuro, mientras Joe joven (Gordon – Levitt) desea perseguirlo y matarlo (o matarse) antes de lo encuentren sus jefes.
La primera hora del film de Johnson es entretenida e intensa. Si bien la pintura futurista no resulta del todo original, es convincente. El mundo no ha cambiado tanto, pero la violencia se ha incrementado. Como retrato social es interesante. Después que ambos Joe coinciden en 2044 comienza una persecución llevada con buen ritmo, hasta que el director parece cansarse de la trama original y complicar caprichosamente el argumento, agregando personajes, abriendo subtramas, induciendo al espectador a generarse hipótesis que no llevan a ningún lado, para terminar con un absurdo, banal y previsible final.
Es una verdadera lástima, porque Johnson le dio tono de film noir cronenbergiano que podría haber sido mejor explotado, sino se hubiese tentado por convertirlo en un relato inútilmente apocalíptico y sentimental. A partir de que aparece el personaje de Emily Blunt, la película desbarranca y el realizador/guionista pierde la brújula. Se vuelve morosa y aburrida, repetitiva, y lo que es peor, empieza a mostrar sus cartas intencionalmente. La paradoja temporal acerca de la búsqueda de una identidad en la hora inicial, se contradice con la segunda mitad, pesada, lenta, romántica, combinación entre Terminator y X Men que no llega a profundizarse ni quedar demasiado clara, porque el director quiso que el espectador reflexione demasiado, y para eso lo confunde continuamente.
Se nota que a Johnson, Blade Runner, le voló la cabeza, pero no logra transmitir, ni generar ese clima oscuro, retrofuturista y ambiguo, mezclado con cierto lirismo estético. Si en lo narrativo existen numerosos huecos y sin sentidos, en la puesta en escena también es azarosa. Nunca se comprende el maquillaje del protagonista, la transformación física de Gordon-Levitt en este Joe que no se parece demasiado a Willis. Tampoco queda claro que género quiso encarar realmente el director, porque comienza como un policial clásico, con vos en off incluida, resolviéndose como un típico spaghetti western.
Si bien no vi Brick, premiada ópera prima de Johnson, sí puedo opinar de Los Estafadores (The Brothers Solomon), su segunda obra, que también fue una decepción. Una comedia dramática con alguna que otra idea ingeniosa, pero que desbarrancaba al final. Looper en cambio, cae en la mitad y no se recupera.
Si los minutos aparecen desperdiciados, el elenco padece de lo mismo. Gordon-Levitt se toma en serio el personaje y no le queda mal, contenido e intenso. Willis por su lado, hace lo suyo: pelea a puño limpio, ametralla un poco, corre. Lo de siempre. Usa una camiseta blanca que tarde o temprano terminará llenándose de sangre propia y ajena. Además no le provoca sorpresa verse a él mismo joven. Recordemos que ya lo había hecho en 12 Monos y Mi Encuentro Conmigo.
Si ayer nos quejábamos de la remake de El Vengador del Futuro, hoy Looper no logra hacerle sombra a esta. El secreto debería apostar por la sencillez. No dar vueltas con paradojas y filosofía barata. Demasiados puntos que quedan sin cubrir, y pocas herramientas discursivas verosímiles para darle una resolución a la historia.
Looper es pretenciosa y no cuenta con suficiente ingenio para romper su propia lógica y probar algo “nuevo”. En pocas palabras, un desperdicio de tiempo. Y dicho esto, regreso al DeLorean.