La guerra terminó, las familias aliadas al nacismos deben ocultarse para no ser capturadas por las tropas americanas, rusas o inglesas. Lore junto a sus cuatro hermanos emprenderán un viaje para llegar a la casa de su abuela.
Una noche, Lore junto a su familia precipitadamente deben abandonar su casa para refugiarse en el medio del campo. Cuando sus padres se encuentran rodeados, ella se hará cargo del cuidado de sus hermanos. En el camino hasta Hamburgo, se irán despojando de sus pertenecías y las joyas serán el único trueque por comida.
El mismo rechazo y odio que los alemanes nazis sentían sobre los judíos ahora lo vive Lore cuando mendiga por un trozo de pan o se ocultan en casas derrumbadas. Ahora ellos son los perseguidos, los que deberán permanecer en la sombra para no ser llevados a los campamentos -y no cárceles como dice su madre ya que allí van los delincuentes-.
Cate Shortland retrata las consecuencias de la caída del Tercer Reich desde la óptica infantil.
Pero, enmarcado dentro de este contexto histórico que fue la muerte de Hitler, también surge el deseo. A pesar de las devastaciones, la muerte y el hambre, la protagonista siente el despertar sexual propio de su edad, que entre el efecto ambiguo de repulsión y atracción, tratará de saciar entre los escombros o el bosque.
La australiana Cate Shortland, logra increíbles en Lore movimientos de cámara para retratar la crudeza de lo que aconteció al término de la Segunda Guerra Mundial.