Lore

Crítica de Nicolás Garcette - Fancinema

El despertar de una conciencia alemana en 1945

Al final de la Segunda Guerra Mundial, la familia de un oficial nazi de las SS -Totenkopfverbände, la unidad encargada de vigilar los campos de concentración- se ve obligada a esconderse en una cabaña de la Selva Negra, después del arresto de este por los Aliados. Pronto, la madre se entregará y sus cinco hijos quedarán abandonados a su suerte. Lore -la prometedora Saskia Rosendahl-, la mayor de la hermandad, todavía una adolescente, guiará a sus hermanos a través del campo alemán hacia el norte del país, donde vive su abuela.
Lore es un viaje iniciático, pero más fundamental que los que estamos acostumbrados a ver habitualmente en el cine. La directora australiana Cate Shortland intenta mostrar cómo una joven conciencia logra deshacerse del adoctrinamiento ideológico nazi transmitido por sus padres. En este sentido, el uso insistente que hace de las fotografías resulta particularmente interesante. A través de ellas, Lore descubre y absorbe poco a poco la verdad sobre sus padres y el régimen al que sirvieron. Estas fotografías vehiculizan la verdad. Algunas desaparecen, como las que quema el padre de Lore o las que saca del álbum de fotos su madre para tratar de ocultar su función y los crímenes que conlleva. Pero en este propio intento de esconder la verdad empiezan a revelarla. Todo no se puede borrar: las marcas que dejan esas fotos en los álbumes quedan y los niños no son tan ingenuos. Otras fotografías aparecen, como las de los campos de concentración que publican los Aliados para mostrar la verdad horrenda a los alemanes -para que no puedan seguir fingiendo que no sabían-, o las del joven judío y de su familia, último testimonio de un pasado feliz. Quizás estas fotografías terminen siendo las más decisivas para Lore, porque a través de ellas la figura del judío deja de ser un otro abstracto y deshumanizado, tal como el discurso infame nazi lo proclamaba, y se encarna en un ser humano, con una familia, hijos, una vida similar a la suya.
Sin embargo, la película no logra convencer del todo. Es cierto que su estética es muy lograda, muchas veces hermosa, y consigue un sentido en su primera parte con estos planos bucólicos que corresponden a los últimos momentos de felicidad de Lore con sus hermanos y que se contraponen a la atmósfera de derrota que los rodea. Se vuelve más problemática en la segunda parte, cuando los niños emprendan su viaje por el campo. La acumulación de planos tranquilizantes de la naturaleza que los rodea termina debilitando las secuencias en las cuales se enfrentan con los peligros de un mundo caótico. Por otro lado, la conflictiva relación que desarrolla Lore con un joven judío que los acompañará y ayudará en una parte de su periplo, esa mezcla de odio arraigado profundamente en su mente y de deseo adolescente, parece a veces un poco artificial. En todo caso, no está muy bien construida, incluso tomando en cuenta su giro final -por sí mismo sumamente interesante-.
Sin embargo, a pesar de esas fallas, vale la pena emprender este viaje a lo largo del cual una joven alemana descubre la verdad sobre los crímenes de sus padres, la acepta y los condena.